sábado, 27 de abril de 2013

“Amour” Hacer cine, pero en serio

El cineasta austríaco Michael Haneke ha realizado con este filme una gran historia, arte cinematográfico verdadero, cine minimalista, una película que mantiene el interés en el espectador           


Hace unos días apareció en los diarios una breve nota en la cual Michael Haneke expresaba que le habían ofrecido hacer una película con Brad Pitt y, a seguidas, decía el autor: “Rechacé la oferta porque, cuando hago cine, yo selecciono mis intérpretes”.
Y esto no es sólo una opinión, sino, una declaración de principios: Haneke sabe que con Pitt te ofrecen a la vez financiamiento, que viene acompañado, por supuesto, de la inmensa red de distribución de Hollywood.
Sin embargo, rechaza de un tajo algo que puede significar mucho dinero para sus faltriqueras, rechaza un caudal de publicidad hacia su persona y, de funcionar la oferta, un porvenir brillante.
Y no lo hace porque considere, que Pitt sea un mal actor, que no lo es, sino porque, como afirma, no es un director de cine: es un autor, y eso, en cine, es fundamental. Es como un escritor que mantiene sus ideas y principios literarios por encima de propuestas, por ejemplo, escribir una biografía poniendo por las nubes en todos los sentidos a quien le paga para escribirla.


http://www.listindiario.com/entretenimiento/2013/4/26/274833/Amour-Hacer-cine-pero-en-serio

“Iron Man 3”, el show nuestro de cada día


No, no se confundan, no vamos a decir que “Iron Man 3” es una mala película, no, no somos cerrados ni nada por el estilo. Pero sí podemos decir que este estilo de hacer cine es, en esencia, la vertiente opuesta a lo que antes señalamos, o sea, a una película como “Amour”.
Porque, agradable, entretenida en especial para aquellos que prefieren relatos un tanto superficiales, con los cuales no haya necesidad alguna de devanarse los sesos pensando, analizando, esta cinta a esos les hará pasar un buen rato, rato que, por cierto, abarca nada menos que dos horas y diez minutos, con lo cual a nosotros no nos tiene entre los “entretenidos”.



http://www.listin.com.do/entretenimiento/2013/4/26/274834/Iron-Man-3-el-show-nuestro-de-cada-dia

martes, 23 de abril de 2013

Armando Almánzar: entre la gran pantalla y la palabra escrita

Por Joan Prats
7.días.com.do
Han pasado décadas desde la primera vez que Armando Almánzar compartió con el público su opinión sobre las fantásticas historias que  presenciaba en las pantallas del cine.  Desde entonces se ha convertido en un referente de la crítica en el país y en un dedicado escritor que con el reciente lanzamiento de sus libros  "Cardona... vuelve!! y "Una aventura erótica y otros cuentos", celebra 50 años de carrera.
Junto al díficil y a veces incomprendido oficio de crítico cinematográfico, que ha ejercido exitosamente en diversos medios desde los años setenta, este prolífico escritor ha creado una vasta y reconocida obra que le ha valido también reconocimientos y premios, como el Nacional de Literatura 2012.  


domingo, 21 de abril de 2013

'Oblivion: el tiempo del olvido'



Abre la historia y, en la primera imagen, bello como un sol (un sol que, a pesar de todo, da indicios ya de irse apagando), aparece Tom Cruise. Y si él aparece, en la primera secuencia ya se ha despachado a algunos villanos.
Porque Cruise es, normalmente, un héroe... como todo buen norteamericano que se precie de serlo, porque ellos, recuerden, sin tener que ser astronautas combativos como lo es en esta ocasión el Tom, siendo ferreteros, maestros, criadores de ovejas, vendedores de repuestos para autos, lo que sea, en cualquier momento dejan a un lado los instrumentos propios del oficio para armarse de lo que sea y salvarnos a todos, o sea, a su pueblo, a su nación, al mundo entero, que para eso son héroes de celuloide (aunque ya el celuloide escasea).
Y después comienza el enredo de los tiempos: Tom es Jack, y Jack vive (aparenta vivir) en el 2077. Está en la Tierra, o en lo que ella queda, vigilando para que los “carroñeros”, que son muy, muy malos, no destruyan los artefactos maravillosos con los cuales están succionando el agua de los mares para hacerla luego potable y llevarla a Titán, luna de Saturno donde ahora viven sus vecinos de usted, amigo lector, porque después de la guerra total y atómica (otra), ya en este globo no se puede vivir.


‘La silla del padre’ Hermosa historia, estupendo cine


No pasará mucho tiempo sin que el nombre del director, Luciano Moura, suene y resuene por todas partes, a juzgar por lo que vimos en este filme que se presenta en el festival.           


Tenemos (muchos) un pequeño problema con los realizadores latinoamericanos: la mayor parte de sus nombres son escasamente conocidos, con muy ligeras excepciones, como Fernando Meirelles, el excelente director brasileño que, por cierto, es uno de los productores de este film que ahora comentamos: “A cadeira do pai” (La silla del padre).

Sin embargo, nos parece que no pasará mucho tiempo sin que ese nombre, Luciano Moura, suene y resuene por todas partes, a juzgar por lo que vimos.
De entrada, la historia, escrita por el mismo Moura y Elena Soarez, da la impresión de ser otro de tantos melodramones que tanto abundan en la cinematografía del continente: Theo y su esposa Branca están de a balazos, pasan por la primera etapa de una ruptura que a todas luces parece inevitable.
Theo se pelea incluso con su hijo de 15 años, Pedro, quien se marcha de la casa airado aduciendo que va a un paseo con amigos fuera de la ciudad y, a pesar de un intento de parte del marido por hacer que ella le responda sus apasionados besos, a la larga ella se retira.

domingo, 14 de abril de 2013

Algo de lo mejor de la XV Muestra Internacional de Cine


“Rose”
Wojtek Smarzowski, ese es el nombre del señor que hizo este film, es polaco, nunca habían escuchado su nombre y no se avergüencen por ello: nosotros tampoco. Y este señor nos sumerge en una de las historias más dolorosas, pero a la vez hermosas, que hayamos visto en años.
Nos transporta a una región de Polonia que, ilo témpore, perteneció a la Germania primitiva, una etnia que habita ese lugar cuando es invadida por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y que sufrió los horrores de una guerra.
Pero luego, cuando se inicia la historia, ya los de Hitler han sido vencidos y el territorio total de la república polaca es dominado por Stalin, y para ellos resulta peor el remedio que la enfermedad: la crueldad de los nuevos invasores es tremenda. Pero, a ello se une la discriminación: los polacos originales les tildan de pro-nazis, los desprecian y colaboran con los soviéticos en el abuso total.
La historia la vemos a través de un ex soldado que consigue refugio en casa de una mujer cuyo esposo fue asesinado y que precisa de ayuda para el cultivo. Y lo que sucede entre ellos, lo que sucede con ella en especial, con él luego, con los jefecillos soviéticos locales, con los amigos ocasionales, es un impresionante relato de amor y dolor que, teniendo en cuenta que no se está inventando por inventar, que esas historias se van contando de generación en generación, nos deja transidos de espanto y, además, rindiendo pleitesía a ese señor polaco de nombre de difícil pronunciación por saber hacer cine con gente normal y con pocos recursos: Wojtek Smarzowski.


“Grupo 7”
“Grupo 7” no es otro film policial al estilo “Miami Vice” o “CSI”. Es una película del español Abel Rodríguez que cuenta de manera descarnada y pormenorizada cómo funcionaba un grupo policial especial así denominado durante los años que van de 1987 a 1992 en Sevilla, cuando las autoridades de esa ciudad, a la espera de la Feria Mundial que habría de levantarse en ese último año, quisieron poner un freno a la rampante delincuencia criminal que imperaba.
Y, hasta cierto punto, el cuarteto que conformaba ese “Grupo 7” tenía carta blanca para hacer y deshacer. Pero no se trata de la rutinaria cantaleta de los buenos contra los malos, del bien contra el mal, sino de cómo, embebidos más y más en la práctica de una violencia insana, los integrantes del grupo, y muy en especial el miembro más joven, quedan atrapados en ese vórtice que les atrapa, les envilece, les hace inhumanos.

miércoles, 10 de abril de 2013

Presentación del libro "Una aventura erótica y otros cuentos"


Palabras de Presentación y prólogo del libro



El que tienen en sus manos es el último libro de cuentos que publicará Armando Almánzar Rodríguez, premio nacional de literatura 2012, quien termina aquí casi cincuenta años de dedicación continua al arte de la narración corta. Desde “Limite” su primer libro, titulado así por el cuento del mismo nombre que había sigo ganador en un concurrido concurso cuyo jurado presidía nada menos que  Juan Bosch, hasta el presente. Su obra ha cumplido cabalmente con las expectativas de los lectores en cuanto disfrutar del encanto primigenio de la narrativa, que es la de cautivar y aprehender a los lectores, sustraídos de la cotidianidad, para vivir el mundo maravilloso de la ficción.
El puñado de historias que forman este libro demuestran la madurez y maestría adquiridas por Armando con el paso del tiempo, hilando historias ceñidas, sin ripios, centradas, unas que parecen, sino fuera por la fuerza narrativa y el impacto de sus finales, crónicas de la agobiante realidad que nos rodea, social y física, pues la ciudad de Santo Domingo, metrópoli tercermundista, llena de excesos y carencias, es el trasfondo común a muchas; otras,   surrealistas, salidas del mundo de los sueños,  nos dejan cautivados por el vuelo de su inventiva e imaginación.
Siempre me intrigó la entrega casi exclusiva de Armando a sus dos pasiones artístico-intelectuales: el cine y la ficción, especialmente la narración breve, que han estado presentes a lo largo de su vida. Con una persistencia que no cesa, devora película tras película y escribe cuentos tras cuentos, sin vacilar por un momento en la radical elección de sus dos afanes. En cuanto al primero, a todos nos consta su encantamiento por la sala a obscuras y la pantalla, a las que acudía asiduamente desde niño y que precedió al ejercicio profesional de la crítica.  En lo literario, eligió la historia corta, desde sus primeras creaciones aparecidas al término de la guerra de abril. Por supuesto hubo influencias, los maestros como Chejov, Borges, Cortázar y Rulfo y por supuesto Juan Bosch que se constituyó en esos años en una auténtica revelación para aquella generación recién salida del obscurantismo trujillista. Hay que hacer constar que más adelante incursionó e en la novela, alternativa casi obligada, para la que está particularmente bien dotado, creando además un insólito investigador policial que actúa en nuestro país, algo realmente admirable y novedoso.
En comentarios que me tocó escribir sobre alguno de sus libros anteriormente publicados, creí descubrir los vínculos que ligan al autor a esta doble forma de expresión. Obviamente hay elementos comunes entre el cuento corto, que viene desde la tradición oral y el cine, relativamente reciente como expresión artística. Advertí que la brevedad forzosa de una cinta, guarda relación con la extensión normal de un cuento; ambas se ciñen a una sola historia, sin desviaciones. La intensidad, para mantener el interés, debe lograrse en pocas escenas o en pocas páginas, contrario a las novelas donde el lector suele aceptar baches, largas descripciones y en muchos casos, tramas subalternas. Tras  la aparición del cine a principios del siglo pasado y la consolidación de su propio lenguaje, mediante el montaje, los cortes, saltos en el tiempo y otros medios que le son propios, ha terminado influenciando en el estilo de un sinnúmero de narradores, entre los que se encuentra nuestro autor, que emplean con destreza recursos cinematográficos, que el lector avezado percibe en el modo en que se “monta” o se “encuadra” un determinado momento de la narración.   
Recientemente cayó en mis manos, un texto de Edgar Allan Poe, uno de los padres del género, donde justificaba ante sus críticos  reales o imaginarios, el porqué sólo escribía cuentos cuando de ficción se trataba, decía Poe con supremo acierto a mediados del siglo XIX, que los textos breves en prosa habían de tener cada vez más importancia en la trasmisión de los contenidos culturales; que el lector moderno, apremiado por la prisa, necesita cosas más cortas, en lugar de las voluminosas, Este nuevo lector que Poe anticipó y que todos nosotros conocemos muy bien, no puede dedicarse – son sus palabras- a seguir los vericuetos de historias interminablemente demoradas, que se aplazan mil veces antes de llegar al desenlace, busca, contrariamente, una emoción intensa y abarcable de una sola vez, por lo que la narración perfecta, según él, debe ser una lectura que lleve entre media y dos horas.
Sigo citando a Poe, la novela larga tropieza con serios obstáculos en su tarea de atrapar al lector, como no puede ser leída de una sola vez, se privada de la inmensa fuerza que se deriva de la totalidad. Los sucesos del mundo exterior que intervienen en las pausas de la lectura modifican o contrarrestan, en mayor o menor grado, las impresiones del texto. El cuento, al igual que el cine, que nos tiene cautivos en una sala hasta que termina la exhibición, permite al autor desarrollar plenamente su propósito, sea cual fuere. Durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida a la voluntad de aquel y no actuan circunstancias externas o intrínsecas, resultantes de la interrupción o el cansancio.  
Edgar Allan Poe buscó como meta literaria el sometimiento repentino y total del lector, su rapto a otra dimensión donde el escritor es el único demiurgo. No sé si Armando se propuso deliberadamente lo mismo que su genial precursor, o si el acendrado vicio del cine donde entrega sin distracciones dos horas de su mejor atención a la pantalla, influyó subliminalmente en su adhesión sin reservas a la escritura de cuentos  cortos; lo que si podemos afirmar es que como ocurre con él mismo, trata de que el lector ponga entre paréntesis su vida y hasta la realidad del mundo, que entregue su alma para ser dirigido con plena autoridad por el autor. En los cuentos que vas a leer amigo lector, conseguirá apartarte radicalmente de la realidad que te rodea y sumergirte hasta la asfixia en sus historias, por el breve tiempo necesario, como en el cine, para producir el encantamiento, la inefable sensación de sentirnos,  ausentes del mundo cotidiano.
Los cuentos contenidos en el presente volumen, que ojalá que no sea, en desmedro de los que lo leemos, el último que publique, poseen esa notable cualidad, algo así como una hipnosis a través de las palabras, que atrapan inevitablemente la atención del lector, que lo seguirá hasta el punto final, en vilo, mientras recorre, tomado de la diestra mano de Armando Almánzar Rodríguez el ámbito particular de cada una de sus historias.

Alberto Perdomo C.
Febrero 13, 2013
    

sábado, 6 de abril de 2013

A ritmo de fe’ un paso, tímido, pero un paso

Sí podemos decir que nos gusta el movimiento y los encuadres de la fotografía del veterano Justo Cruz; no podemos decir lo mismo de la edición que pierde sentido en el tiempo.           


En efecto, “A ritmo de fe”, como cine, puede ser considerado como un paso de avance en nuestra incipiente cinematografía, porque, por más vueltas que le demos al asunto, es la primera vez que se hace un film musical en nuestro país. O sea, es una osadía de sus creadores porque aquí todos sabemos lo que funciona de cara a la taquilla: la comedia esperpéntica y sin sentido, mal hecha y peor actuada.
Dicho esto, veamos por qué, a pesar de ser lo dicho, dista mucho de alcanzar la calidad que han alcanzado, entre otras, películas como “La lucha de Ana” o “La hija natural”-
Para empezar, el guión, la historia que se cuenta recurre a una formulita que se ha llevado docenas de veces a la pantalla. Por supuesto, que se enganche el guionista a una fórmula resobada no implica mala calidad; pero sucede que, más allá de ello, la mayor parte de los personajes (no confundir intérpretes con personajes, por favor) son puros y perfectos clichés: Juan Pérez es un calco de otras docenas en la historia del cine, y sus actitudes, su sicología, es un mero calco también; lo mismo sucede con la novia, con la abuela y con la propietaria de la escuela de danza y su hijo.

"Mamá muy efectista, pero efectiva!


Reza la leyenda que Guillermo del Toro vio un corto realizado por Andrés Muschietti que cuenta en minutos lo de la “Mamá” del cuento y tanto le gustó que decidió hacer de productor para que la convirtiera en un largometraje.


Y ahí la tienen; “Mamá”, de Muschietti.
Es cine de terror con fantasmas y todo, muy al estilo tradicional hasta cierto punto. La historia se inicia con el padre de las niñas, Victoria y Lilly, que huye hacia la nada con ellas y, luego de chocar el auto, llega a una vieja y aislada cabaña donde está a punto de matar a sus pequeñas.
Pero algo sucede que no les vamos a contar para que la historia prosiga con Lucas, hermano del padre de las niñas, que lleva 5 años tratando de localizarlos, a él y a ellas. Y las encuentran, y las llevan a la civilización, y allí las niñas son tratadas por un especialista, porque 5 años de puro aislamiento las tiene en condiciones deplorables física y sicológicamente.