domingo, 27 de octubre de 2013

‘La montaña’ sorprendentemente buena


Sí, sorprendentemente, porque, para comenzar, no conocíamos a su creador, Taba Blanchard, “Tabaré”, por lo cual no teníamos fundamentos para apoyarnos en una idea de resultados. 
Pero, además, desconfiábamos por una razón que nos parece razonable: hacer un documental contando con pocos medios técnicos sobre esa expedición podría resultar una empresa ardua y terminar en algo tal vez cansador, aburrido, reiterativo.
Pero resulta que este señor Blanchard, además de capacitado en su función de realizador y guionista, es astuto. Porque, tal vez pensando lo mismo que nosotros, decidió no dejar el filme en manos de sus expedicionarios y se sacó un as de la manga: cuando se sabe a través de la prensa que los tres jóvenes dominicanos van a intentar la subida al Monte Everest, la montaña más elevada de nuestro globo terráqueo, tres muchachos de un pueblo costero del sureste se entusiasman de tal manera con la idea que deciden emularles y, para hacerlo, deciden escalar nuestra más alta montaña: el pico Duarte.
De esa manera, Blanchard resuelve la posibilidad del agotamiento del espectador, al hacer las dos expediciones en un montaje alterno que diversifica el relato conjunto.
Pero no se trata solamente de que impidió el cansancio del espectador: Blanchard consigue algo que desde hace muchos años venimos diciendo como un logro direccional: hacer que el espectador se emocione viendo una historia cuyo final sabe de antemano. Entonces, los detalles de esa hazaña nos van envolviendo poco a poco en tanto el relato de los muchachos que buscan la ansiada cima del Duarte nos divierten y hasta, a la medida de la importancia comparativa, también nos emocionan.

‘Capitán Phillips’: Formidable dirección de Paul Greengrass

Acabamos de escribir sobre “La montaña” diciendo que uno de los factores a su favor es que cuenta una historia ya conocida pero, aún así, logra emocionarnos, lo cual implica, como es natural, que se trata de una película bien hecha.
Pues bien, “Captain Phillips” es algo más de lo mismo: en el año 2009, el barco mercante que era dirigido por el Capitán Richard Phillips fue interceptado por los tristemente célebres piratas somalíes y el relato de lo que sucedió salió en todos los diarios del mundo, en la radio y en la TV, aparte, como es natural, de la Internet que todos o casi todos tenemos frente a la nariz todos los días.
Y entonces, ¿en qué consiste que encabecemos este artículo diciendo que la dirección de Paul Greengranss es formidable?
Pues, en que ese señor, a pesar de no ser un “autor” ni nada por el estilo, es un artesano que sabe utilizar los resortes propios del lenguaje cinematográfico para embelesarnos, para hacernos sentir emociones insospechadas con casi cualquier tipo de historia: “Bloody Sundary”, “The Bourney Supremacy”, “United 93”, “The Bourne Ultimatum”, “Green zone”, son todas o casi todas ellas historias muy diferentes las unas de las otras, pero en todas lo que predomina es ese formidable manejo del lenguaje cinematográfico, detalle que roza la perfección en “United” y “Ultimatum”.

sábado, 19 de octubre de 2013

“Gravedad” Alfonso Cuarón…¡Maestro!



Todavía, a horas de haber salido de la sala de cine donde vimos “Gravity”, sentimos la presión, la sofocación, la sensación del espectador sentado en el borde de la butaca pendiente de la próxima secuencia, de la escena que viene, del más mínimo movimiento de la prodigiosa cámara de un Enmanuel Lubetzki dirigido por ese señor a quien ya, sin empacho alguno, llamamos “Maestro”.
Y todo eso que sentimos se comprende, muy difícil de describir, de expresar en simples palabras para un artículo informativo porque, mis amigos, el Arte, así, con mayúscula, no puede ser descrito ni explicado ni contado; hay que vivirlo, hay que experimentarlo, sentirlo.
Por esa razón se nos hace prácticamente imposible explicar lo que significó ver “Gravity”, porque no tenemos palabras para ello. Claro, podemos decirles ahora que cuenta sobre una pareja de astronautas en una misión en el espacio, a 600 kilómetros sobre la superficie terrestre, misión que, a pesar de lo extraordinario que suena para nosotros, simples mortales que vemos películas, manejamos un auto, comemos con la esposa y nos reunimos con hijos y nietos, para ellos, para la Doctora Ryan Stone y el Teniente Comandante Matt Kowalski, es casi vivir la rutina de la investigación espacial.
Hasta que sucede lo que se cuenta y nos sentimos inmersos en esa sobrecogedora aventura en la que ambos bordean la muerte.
 Pero, por favor, por esto que les decimos no vayan a caer en el error de pensar, creer o colegir que “Gravity” es otra mojiganga de monstruos o de seres malignos del espacio exterior; nada más distante de lo que van a ver.

“Jobs”: Una tontería

Por el hecho de que una presunta obra de Arte, literatura, teatro, pintura, cine, cual sea, trate sobre la vida de una persona de gran relevancia en la vida pasada o actual no implica calidad en ella. “Jobs”, por supuesto, pretende contar la vida del formidable creador de un mundo de computadoras, Apple.  Se inicia cuando ya es mayor, 2001, vuelve atrás a sus años de estudiante rebelde a principios de los 70. 
Perfecto, cuando terminan esas dos horas y ocho minutos sabemos de manera sucinta y superficial esos pormenores de la vida de Steve Jobs, los altibajos de su trabajo desde cuando trabajaba con su pequeño grupo de amigos en un garaje de la casa de su padre hasta alcanzar la cima en su trabajo creativo.
Y todo eso está bien, claro, si lo que deseamos es conocer esos detalles vivenciales, los problemas que tuvo, su carácter (como creador científico, insuperable, como ser humano, despreciable), pero, y ahí viene la pregunta: y si esa fuera la idea, ¿no hubiera sido mejor un simple documental? Porque, recuerden, no se trata de Jobs y lo que hizo, se trata, entendemos, de hacer cine con la historia de ese señor, y nos parece que lo conseguido por el realizador Joshua Michael Stern está muy lejos de ello.

sábado, 12 de octubre de 2013

‘Ponchao’: más embasado por bolas


En este país de nuestras penas y alegrías cualquier muchacho se para en una esquina de su barrio y discute sobre las jugadas del juego de la noche anterior tal y como si fuera el “manager” del equipo de su preferencia.
En este mismo país, ese mismo muchacho verá “Ponchao” y se dará cuenta de los errores y las incongruencias que pululan en esta comedia, demostrando, de manera palpable, saber más sobre beisbol que sus guionistas.
Por ejemplo, que por más que se afeite Manny Pérez nunca va a parecer un joven que se quite unos añitos para firmar con un equipo profesional dominicano, porque de 44 no se puede volver a los veinte.
Por ejemplo, que un equipo profesional no contrata un lanzador para que esté en el banco descansando mientras un tal Fernando (José Guillermo Cortines) es quien lanza todos los juegos, algo que se demuestra cuando, al comenzar uno de esos partidos, el Fernando no llega  y solo gracias a ese hecho fortuito es que permiten a Alex lanzar.
Pero hay otros detalles que a lo mejor el muchacho no capta: que Alex está contratado por un equipo profesional, lo cual implica un muy buen sueldo, pero, a pesar de ello, su querida esposa Rosalina sigue viviendo en una choza que se alumbra con una vela.

‘Ginger & Rosa’

La enorme mayoría de quienes hoy leen estas líneas o escuchan lo que decimos por la radio no vivieron la llamada “crisis de los cohetes” de 1962. Las preocupaciones que ahora les embargan son muy diferentes: el costo de la vida, la seguridad, la corrupción, etc.
Nada de ello es comprable con el enorme peso de la angustia vivida en aquel año, porque, tal vez por un simple guiño, toda la humanidad que conocemos se iba a ir a la mismísima...
Y ese es el drama que nos plantea Sally Potter, la directora británica que nos brindó “Orlando” hace ya unos años; y los personajes sobre los que se centra esa angustia son, sobre todo, dos chicas, dos adolescentes, en especial Ginger, que se toma el asunto muy en serio y, a pesar de su corta edad, participa de reuniones, en grupos de protesta, en todo lo que en ese entonces se hacía para estigmatizar la bomba.
Pero ese problema no es el único que embarga a la chica. Además, sufre porque admira a su padre, liberal inmerso en la protesta radical, que traiciona a la esposa y se separa de ella. Ginger trata de refugiarse en sus brazos, pero Roland, el padre, es casquivano y pronto seduce a Rose, la amiga íntima de su

‘200 cartas’

Esperamos que  recuerden  que hace un par de semanas escribimos sobre este film que nos llega de Puerto Rico, y que es una agradable comedia bien interpretada que cuenta una historia dentro del marco habitual de la comedia romántica que se sale de la horma habitual, o sea, que es algo diferente aunque no maravilloso.
Bien actuada en conjunto, tiene un problema que advertimos ya: la dirección no es lo mejor que tiene, su creador se empeña en llevar a extremos exagerados esa especie de “road movie” en que se convierte su relato y llega entonces a introducir a sus personajes en situaciones que no se soportan en su lógica, algo que, aparte de que no las creemos, alargan innecesariamente la película haciendo que a ratos resulte algo cansona.

sábado, 5 de octubre de 2013

De lo mejor en el Festival Fine Arts, “La parte de los ángeles”


De entrada, una confesión: no hemos ido con frecuencia a este Festival a pesar de la abundancia de películas de calidad. Ahora bien, de las pocas que hemos visto, una destaca con gran brillo entre todas: “The angel’s Share”, de Ken Loach.
Y nada de extraño porque desde que vimos hace ya más de 40 años una de sus primeras, “Poor cow”, nos percatamos de la firmeza de su mano como realizador.
Loach es, casi con toda seguridad, el director británico que mejor trata los entresijos de la clase popular inglesa. En esta oportunidad nos enfrenta a un cuarteto de derrelictos sociales  que se conocen mientras prestan servicios comunitarios en una ciudad de Escocia. Todos ellos tienen un pasado de violencia, drogas, hurto, o sea, que son todo menos ciudadanos modelos. Y todos ellos, por supuesto, enfrentan un negro futuro porque son  muy escasas las posibilidades que tienen de salir del agujero en que están metidos porque, sobre todo, aunque desearan (y lo desean en realidad) hacer algo diferente, emprender algo nuevo y productivo dentro de los límites que les traza la sociedad, no cuentan con los medios económicos ni con las relaciones apropiadas para hacerlo.

“Nosotros los nobles”, agradable y bien actuada


Según informaciones secretas que nos suministrara uno de los chicos de “Cineasta Radio”, tal vez Hugo, puede que Rubén o Edwin, no Pablo porque no estaba el día del asunto, este film de Gary Alazraky (no hemos podido certificar si es hijo o nieto o lo que sea de Benito Alazraky, director mexicano de amplia filmografía desde los años 50 hasta los 90) ha sido uno de los más exitosos en lo que a taquilla se refiere en este año.
  Y, francamente, no nos explicamos el porqué.
Porque, sí, en efecto, es una historia agradable y entretenida la que nos cuenta Alazraky en este su debut direccional, pero tampoco nada como para irse de cabeza. Tal vez su extremada popularidad se daba a que, hasta cierto punto, “Nosotros los Nobles” se aproxima peligrosamente a una historia telenovelesca y, cualquiera lo sabe, las telenovelas son el género en imágenes preferido por una inmensa mayoría de latinoamericanos, y los mexicanos no constituyen, por supuesto, una excepción.

“Percy Jackson y el mar de los monstruos”

 Lo mismo: violencia y efectos Vimos la primera, “Percy Jackson y el ladrón del trueno”, y no nos gustó. Eso implica, casi por “difor”, como nos parece se escribe ese término tan usado por los adictos a la computadoras, que la segunda nos iba a gustar menos.
Pues no esperen sorpresas; así sucedió.
 Primero, porque es casi un desacato tomar las hermosas leyendas griegas, como las del Vellocino de Oro, para construir un relato mostrenco protagonizado por un grupo de mocosos para ofrecer un herrumbroso ejercicio de violencia necia y de efectos especiales.