sábado, 28 de diciembre de 2013

“Cristo Rey” avanzamos…de la mano de Leticia

Como por estos lados se ha convertido en una especie de deporte nacional hablar mal de cualquier película dominicana sin siquiera haberla visto, que es lo que nos disgusta o, por lo menos, buscarle las tres patas o cinco al gato, aclaramos: no estamos diciendo que “Cristo Rey” va a estar entre las mejores del año, la lista que sigue a este comentario, sino que es una película que está muy por encima del funesto promedio que llevamos desde “Pasaje de ida” hasta este diciembre.
Y sí, avanzamos de la mano de Leticia Tonos porque lo que ella vuelve a probar con este, su segundo largometraje, es que tiene buena mano para hacer cine.
Porque la historia, el guión que concibieron ella y Alejandro Andújar, puede ser calificado de algo simplista y, posiblemente, de tomar detalles prestados como la secuencia inicial con los chicos del barrio despertando el ambiente con su “concierto”, y la final, también llevada con los niños.
Sin embargo, a pesar de la escasa profundización de la historia, de ese remedo barrial empobrecido del “Romeo y Julieta” del inmortal bardo británico, razón por la cual la tachamos de simplista, hay detalles que sacan el relato de lo convencional  como es el hecho de que, apegándose más a nuestra realidad que a la tragedia original, los “buenos” del film no resultan ser los triunfadores, los traidores sonríen a sus anchas y los abusadores, los que roban, asesinan y extorsionan de antes, de ahora y de siempre, continúan apoltronados gozando la gran vida.
Y eso no es cosa de todos los días en nuestro cine y, por cierto, ni siquiera en nuestro “modelo para armar” norteamericano, es más parte de la temática del cine europeo y tal vez de manera esporádica en el cine latinoamericano y el oriental.
“Cristo Rey” cuenta con 96 minutos y podemos dar fe, aunque no sea la nuestra muy cristiana, de que no percibimos baches, o sea, momentos en los cuales se haga notoria la falta de movimiento (que no de acción, que es otra cosa).


2013: Lo mejor del año

Como apuntara uno de los chicos en “Cineasta radio” hace unos días, lo mejor del año casi podría decirse “lo mejor de Fine Arts”. Sin embargo, aunque el grueso de la calidad apareció en las pantallas de esas pequeñas salas, ese mismo día encontramos una apreciable cantidad estrenadas en salas comerciales normales.
También como es natural, ninguna cinta dominicana figura en esa selección, y las que se pueden señalar como destacadas son pocas: “¿Quién manda?” y “Cristo Rey”, que el resto no levanta cabeza a no ser por el carácter de su denuncia, como “Noche de circo”.
Pero, para no perder más tiempo, aquí les va la lista, aparte la mejor (que son dos), las demás no aparecen por orden cualitativo.
La mejor del año: “Amour” (Amor), de Michael Haneke, empatada con “Gravity” (Gravedad), de Alfonso Cuarón. El profundo y hermoso intimismo de la francesa, y profundidad espectacular de la norteamericana, en apariencia, polos opuestos, en calidad, magnificencia cinematográfica.

1.- Bestias del sur salvaje (Beast of the southern west), de Ben Zeitlin.
2.- “The Master”, de Paul Thomas Anderson
3.- “Elena” (Jelena), de Andrea Zuyangintsev
4.-La reina infiel (A royal affair), de Nicolaj Arcel
5.- Intriga (Prisoners), de Denis Villeneuve
6.- Captain Phillips (Capitán Phillips), de Paul Greengrass
7.- Los Miserables (Les miserables), de Tom Hooper



sábado, 21 de diciembre de 2013

‘El Hobbit: la desolación de Smaug’



Nos imaginamos a Peer Jackson, de 15 años, en su Nueva Zelandia natal deslumbrado viendo “Taxi Driver”, “The Front”, “Carrie”, todas excelentes, pero tal vez prefiriendo “Rocky”, “King Kong” o “Midway” porque, aunque no tan buenas, son espectaculares, taquilleras. O sea, que tienen más de show que de cine. Y, tal vez también, en ese año 1976, Peter, como casi otro cualquier joven, decidió que iba a hacer también películas espectaculares y, sobre todo, que haciéndolas se iba a hacer millonario, multimillonario.
Y ha cumplido con sus esperanzas y deseos Peter Jackson. Descubrió, como lo hubiera hecho un buscador de oro en el Klondike a fines del siglo 19, un perfecto filón: Tolkien.
Porque Tolkien creó todo un mundo de ficción, pero, sobre todo, creó un mundo repleto de exotismo, de aventuras, de batallas, de seres extraordinarios, enanos algunos, normales otros, monstruosos los más.
Y eso, sobre todo en sus aspectos exteriores más llamativos, es el mundo Tolkien-Jackson. Cuando vean “The Hobbit: the Desolation of Smaug”, eso es lo que van a encontrar, en especial, unas películas pensadas para hacer cine y, más aún, para hacer dinero. La novela en la que se inspira no es demasiado extensa, pero, sabichoso, conociendo la pasión de miles y miles por el autor, la dividió en tres para sacarle más provecho.
Por supuesto, usted ve este film y se percata de que Jackson está haciendo cine de verdad, que hay secuencias que revelan una enorme capacidad de puesta en escena como esa de la fuga del grupo entonelados, o sea, viajando vertiginosamente por un río metidos en toneles, una edición capaz de dejar a cualquiera sin aliento.
Y toda la película, todos sus extenuantes 161 minutos (léase: dos horas y 41




http://www.listin.com.do/entretenimiento/2013/12/20/304211/ElHobbit-la-desolacion-de-Smaug

‘Don Jon’, un chico con talento


El chico a quien nos referimos es Joseph Gordon Levitt, que es, fíjense bien, el actor principal de “Don Jon”, pero también su guionista y, por si todo eso fuera poco, también es el director de la película.
Por supuesto, no es que vayamos a decir ahora que la cinta es una tremenda maravilla pero, aun siendo una buena película está muy por encima de numerosos directores veteranos y, sobre todo, de muchos debutantes.
Además, “Don Jon” no es una simple y anodina historia de amor mezclada con comedia que sigue los trillados y facilones senderos de las fórmulas establecidas: chico y chica se enamoran, luego se separan y, al final, se arreglan para el esperado final feliz.
No, “Don Jon” no es tradicional, no es predecible y, por encima de todo ello, tampoco es una historia  fácil de digerir.
Jon, el personaje central, a quien le dicen “Don Juan” por ser un chico conquistador, de esos que van a los lugares de diversión junto a sus dos amigos inseparables y, en tanto ellos miran y aprenden, él se goza a una chica en la pista de baile, en los sillones del establecimiento y, luego, en su cama, de ella o suya, que da lo mismo.





sábado, 14 de diciembre de 2013

“Intriga” no hay otra palabra: ¡formidable!

Denis Villeneuve es, aunque apenas hemos visto dos obras suyas, un maestro. “Incendies” es tan excelsa que se pasa de excelente. Y ahora, “Intriga”, es una de las mejores cintas de este 2013.
Ese título es inocuo. El verdadero, el que sí da la idea, es “Prisoners”, porque esta historia original de Aaron Guzikowski nos cuenta sobre personajes que no están encerrados físicamente, pero, mentalmente, son prisioneros de sus formas de pensar, de sus idiosincrasias, de sus creencias.
Keller Dover, desde el mismo inicio de la acción, cuando está con su hijo adolescente cazando en el bosque, antes de disparar al ciervo reza a su dios, reza para que sus pecados sean perdonados. Y cuando decide hacer lo que es el nudo de la acción y no podemos revelar, muy a pesar de lo repugnante de lo que se dispone a hacer, también reza para tener fuerzas, para que su dios le ayude en su misión. Y si los secuestradores hacen lo que hacen, también lo hacen en nombre de su dios que, por cierto, es el mismo al que reza el piadoso Keller.
Con la excepción de Loki, el policía investigador, todos o casi todos los personajes centrales son prisioneros de su mente, son víctimas de sus creencias, se convierten, para mal, nunca para bien, en verdaderos seres enloquecidos por la obsesión de un supuesto cumplimiento de su deber, de su misión en la tierra.

sábado, 7 de diciembre de 2013

“Cuestión de Tiempo”


Era de esperarse, porque Richard Curtis escribió el formidable guión de “Cuatro bodas y un funeral”, y escribió y dirigió “Love actually”, una estupenda comedia.
La presente, “About Time”, bien podría denominarse también “About Love”, pero, no se equivoquen, no es, ni por asomo, una comedia romántica como podrían pensar, sino, más bien, una comedia sobre el amor, el amor entre  parejas, el amor entre hermanos, el amor entre padres e hijos, el amor entre amigos.
Desde ese punto de vista, la historia del joven Tim y su padre, la historia de Tim y Mary, la de Tim y su hermana Kit Kat, la de sus amigos y su madre, es compleja por las vueltas y revueltas que ofrece, por los cambios de tiempo, de adelante a atrás y en ocasiones no una sino varias veces en una misma situación.
Estas podrían causar algo de confusión, como de seguro ahora estarán pensando, pero Curtis y su encargado de fotografía, y mucho más su editor, se las arreglan no solo para que comprendamos toda la historia hasta en sus más mínimos detalles sino para que la disfrutemos, para que nos emocionemos, para que, llegado el momento, sintamos prácticamente lo mismo que sienten Tim y su padre.
Porque, como las dos películas de Curtis antes señaladas, este señor demuestra de nuevo y de manera fehaciente que es excelente creando situaciones que abarquen los sentimientos más íntimos de los seres humanos.

“Noche de Circo”

 Hace unas semanas vimos un “Biodegradable” que, al pasar de la Era de Trujillo al futuro se convertía casi en Orwell. Ahora, sin que digamos que Alan Nadal anda copiando y menos plagiando, “Noche de circo” tiene mucho del Sartre de “Hui clos” (A puerta cerrada, obra teatral, 1944).
Mientras en aquella un mayordomo introducía a cuatro personas en una sala y estos durante más de una hora se destrozaban sicológicamente, ahora diez personas despiertan encerradas en un amplio galpón y ninguno de ellos sabe quién les llevó allí.
Hasta cierto punto, la idea viene siendo la misma, la diferencia se cae de la mata: los diálogos de Sartre son infinitamente mejores tanto desde el punto de vista literario como desde el sicológico.
En “Noche de Circo” no tenemos personas como personajes, sino personajes-símbolos: no hay un Juan o una María ni un José, sino un Niño Rico,  en Cura, un Policía, un Forzudo, cuidador de salón de fiestas, una Actriz, una Asistente Social, un Anciano en silla de ruedas, un Político, un Juez, un Banquero.
La idea es que, se puede inferir, todos están no en un lugar determinado (aunque lo sea también), sino en una especie de infierno o purgatorio donde todos tienen culpa de algo y los sucesivos enfrentamientos forzados entre unos y otros van dejando salir sus respectivas culpas, sus pecados contra de la sociedad donde viven. Porque esa es, en realidad, la idea de la historia: una denuncia de la corrupción generalizada de esos “actores” sociales.
El problema es que muchos de los diálogos son un tanto vacuo.

“Tesis sobre un homicidio”


Veamos, ¿Por qué muy interesante y no muy buena? Porque, a nuestro juicio, el tema central, esa obsesión que domina al personaje central, al Profesor Roberto Bermúdez en relación a su joven alumno en el curso que enseña de derecho es un estupendo como tal, pero no tanto su desarrollo en el guión. 
Porque una cosa es lo que se plantea y otra muy diferente como se lleva esa idea en su desarrollo, y, a nuestro entender, hay una buena cantidad de detalles que hacen que flaquee esa idea, detalles que, tratándose como se trata de una película que cuenta sobre la investigación de un brutal asesinato por la Justicia, pero, sobre todo, por la propia investigación paralela que hace Bermúdez, no podemos revelar.
Lo que sí podemos decirles es que, sobre todo durante los últimos 15 o veinte minutos del filme no dejen de poner atención porque es durante ese lapso que tienen que dilucidar ustedes, como espectadores, la clarificación de ese final.
Desde ese punto de vista, “Tesis sobre un homicidio es una obra interesante que cuenta con una muy buena dirección, con acertadísimos movimientos y selecciones de ángulos en la fotografía y con una excelente edición.
Además, las actuaciones son, en conjunto, buenas, sobresaliendo, como era de esperarse, ese grande de la escena argentina e internacional que es Ricardo Darín.