sábado, 29 de marzo de 2014

‘Heli’


Sí, pequeña, porque es una producción en la cual no se recurrió a grandes capitales, porque es una obra en la cual el dinero llegó gracias a colaboraciones de mexicanos, franceses, holandeses, alemanes pero no para reunir una fortuna, sino para alcanzar una suma modesta, modesta, sí, pero para hacer cine de verdad, para expresar sentires profundos, realidades que no siempre se conocen, vidas que lo son en realidad, no meras sombras pasando por una pantalla para verse atractivas, para llamar la atención por su belleza o por sus cualidades maravillosas como disparar y matar a dos millas, como luchar contra un ejército y triunfar a puras patadas y muchas muecas.
México hace cine hace más de 100 años, durante ese largo lapso han aparecido docenas, centenares de charros, maravillosos paisajes, comedias de todos los tipos y colores, amores despechados respaldados por boleros populares, docenas de curas bondadosos y abuelitas de blancos cabellos haciendo el bien.
Pero, salvando las distancias, obviando a un Buñuel y varios más que casi nunca fueron los más populares ni los más celebrados, es muy escaso el cine que se ha hecho.
Porque México, todo ese pueblo heterogéneo, bullicioso, cantor y lacrimógeno, no es fácil de abarcar en una mirada, aunque esa mirada sea o pretenda ser sincera.


'Lotomán 003', y vuelve y vuelve

“23 de abril, 2033, Santo Domingo. La empresa cinematográfica Chupeta hace saber por este medio del próximo estreno de su maravillosa cinta- “Lotomán 26”, otra película de Money Order C. x A. Se espera que, como las 25 anteriores, sea un gran éxito de público dada su risible originalidad”.
En efecto, casi nos parece estar leyendo esa noticia, con tan buena cara al leerla como cuando leíamos que el descalabrante intelectual aquel volvía a reelegirse con los mismos funestos resultados.
Alguien, cuyo nombre nos reservamos, nos preguntó cuando salíamos a escape del 360 qué tal nos había parecido y, ante nuestra mueca, nos dijo que tenía que ser mejor que la anterior porque aquella fue muy mala. Apenas pudimos responder que un clavo saca otro clavo y que lo único que habíamos procurado durante ese esperpéntico desarrollo era descabezar una pavita para quitarnos de los ojos aquello, pero que, como una especie de castigo supremo, ni eso habíamos podido.

sábado, 22 de marzo de 2014

“Robocop”

A Hollywood le llaman, corrientemente, la Meca del Cine. Viendo los resultados “mecanos” durante las últimas décadas, en especial para latinoamericanos que hacen buen cine, podría ser el “agujero negro” del cine. Vean el presente caso. José Padhila, director brasileño, celebrado con justicia por dos películas realizadas en su país, “Patrulla de élite”, de 2007, y “Patrulla de élite: el enemigo dentro”, 2010, ahora se interna en los duros vericuetos hollywoodenses y nos llega la pregunta: ¿eligió él el guión de este film, o le dijeron, con simpleza de jefes, o haces esta o te vuelves a Río?
No sabemos la respuesta, pero, imaginando que haya sido él quien acepto hacer “Robocop”, se nos hace muy cuesta arriba adivinar lo que estaba pensando, porque, para empezar, es un “remake”, y un “remake” de una película estupenda realizada en 1987 por Paul Verhoeven; peor, aparte de ser “remake”, resulta que sobre este mismo personaje se hicieron nada menos que dos secuelas, en 1990, muy floja, y en 1993, muy mala y, por si se lo encuentran poco, también se hizo una serie de TV con tan mala pata que apenas duró dos temporadas. O sea, que no gustó. Y eso es lo que nos llama la atención.

“El heredero del diablo”... El bebé de Samantha

En efecto, el bebé de Samantha porque usted ve esta mojiganga y no puede evitar pensar en Polanski y su formidable “Rosemary’s baby”. Porque ella, Rosemary, tuvo un hijito con el Demonio, y ahora, Samantha McCall, rubia esposa de Zach, tiene un pequeñín con ese mismo bicho maléfico.
Pero resulta que entre una y otra película existe la misma diferencia que hay entre una semilla de lechosa y un elefante, porque Polanski es formidable y su película una pieza magistral, y los señores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, quienes fungen como directores del presente desaguisado, son dos aficionados que buscan sacarse un premio.

sábado, 15 de marzo de 2014

No, no me la cuentes: lo extraño y exagerado







Escena de Singn'n the rain
 Esa es otra frase que nos ha brincado encima tantas veces como la pregunta anterior, y que surge, también, casi a diario, en el programa “Cineasta radio”, incluso de parte de algunos de sus miembros.
Nadie quiere que se diga ni siquiera si alguien es feo o si es casado, si tiene manías o es puro como un ángel, si no sabe manejar o montar bicicleta.
Hace unos días, invitados todos a casa de Hensis y su esposo (donde disfrutamos cantidad, por si acaso), dijimos, como al acaso, nuestra opinión sobre ese asunto y ahora lo vamos a ratificar por escrito: a nosotros no nos importa un pepino que nos cuenten algunos detalles sobre un film que no hayamos visto porque, y esto es lo esencial para nosotros, el cine es imagen, y eso implica, siempre insistiendo que es para nosotros, que no nos importa que nos digan muchos detalles sobre una historia porque lo que importa, precisamente de esa historia, es cómo es llevada a las imágenes.

‘La caza’: cine para pensar


A través de todos estos muchos años de escribir sobre cine, sobre cientos de películas, docenas de veces nos han hecho una misma pregunta: ¿cuál es su película preferida?
Pues bien, de mil y una formas hemos respondido ese cuestionamiento, pero, en sentido general, la respuesta siempre ha sido la misma: no tenemos una película preferida, pero sí muchas, y cuando piensan que, como son muchas, nos referimos a las comedias, a los suspenses, a las tragedias o al cine negro, entonces llega la aclaración: en realidad, las que nos gustan son las excelentes, las mejores, no importa cuál sea su género; pero, podemos agregar, casi siempre que nos sentimos fascinados por un film, resulta que es uno que nos ha dado la satisfacción de pensar sobre lo que nos ofrece.
Si tomamos esta obra de Thomas Vinterberg, “Jagten” (“La caza”), podemos situarlo en esa categoría. Lo que sucede a Lucas, el personaje central de la historia, es como para pensarlo, analizarlo y pedir, por favor a los dioses, que no nos suceda algo por el estilo.


sábado, 8 de marzo de 2014

“De pez en cuando” ¡Sí, se puede! Sólo falta talento

En efecto, se puede, se puede hacer una buena comedia sin recurrir a los chistes resobados, a las muecas y cabriolas, a los aspavientos, a las situaciones puestas para hacer comerciales “disimulados”, a las mismas caras “populares”, a la necedad, a presentar a la mujer como un ser descerebrado que espera nada más que asome un buenmozo para marcharle y acostarse con él esa misma noche.
Y tanto se puede que, desde el mismísimo instante en que se inicia “De pez en cuando” nos damos cuenta de que estamos viendo algo realmente diferente. Y esa impresión se va acentuando a medida que avanzan los minutos y van surgiendo las situaciones que van a caracterizar esta comedia.
Porque, como ya se dijo la misma noche del estreno al salir al vestíbulo del 360, esta no es otra comedia repleta de chistes necios sino una comedia de situaciones (como lo era, para citar un ejemplo de lo que pudo haber sido y no fue: “Cristiano de la secreta”, versión original antes de que la agrediera el “genio”), y de situaciones bien pensadas.
Porque otro de los detalles que contribuyen a la calidad de la película es, precisamente (y cómo no habría de ser), la historia que concibió su mismo director, Francisco Adolfo Valdez, un relato muy bien urdido donde lo que sucede gira todo alrededor de un elemento cinematográfico que normalmente se usa en el cine de acción y/o suspense: el MacGuffin.

“Sin Escalas”, sin mucha gracia

Pues que, ante tantas sorpresas, a lo mejor hasta nos sacamos en la Lotto. Porque, fíjense y piensen: vemos este film, “Non Stop”, de maravillosa producción de Hollywood, costo, 50 milloncejos de dólares, salimos del avión y nos vamos a Grecia y nos zampamos otra “gran superproducción” que viene del mismo predio, y cuyo costo no indican porque, quién sabe, a lo mejor les da vergüenza dejarlo saber, pero debe ser mucho más que la anterior porque tiene más locaciones, más escenografía, más efectos especiales y, sobre todo, un formidable especialista en choros de sangre y, para no cansarles con el cuento, que disfrutamos muchísimo más esa comedita de la que escribimos antes, que no debe haber costado tal vez ni 20 millones de pesos devaluados, o sea, que podría suceder que con lo que se gastó en la cosa del avión y el loco podrían hacerse, a ojo de buen cubero, unas 100 “De pez en cuando”.
Y entonces, eso, que no cambiamos la “comedita” por las dos “maravillas” de Hollywood. Porque esta de ahora, como nos dijera Hugo Pagán, que ya la había visto, se inicia interesante y a medida que van pasando los minutos, (y ya habrán notado que estamos rellenando), el asunto se va tornando  color maco juyendo porque a cualquiera se le antoja que todo eso que está pasando dentro del avión a pasajeros (150) no se lo traga nadie con dos dedos de frente

sábado, 1 de marzo de 2014

Acroarte dedica gala a Armando Almánzar

Ellos son meritorios.
Redacción de Entretenimiento. Listín Diario.
En un ambiente de cine, con canciones y escenografía de películas, la Asociación de Cronistas de Arte entregó anteanoche el Premio al Mérito Periodístico, en una gala dedicada a Armando Almánzar, crítico de cine de LISTÍN DIARIO, y que también rindió honores al veterano periodista Domingo Saint-Hilaire y al editor de Entretenimiento de este diario, Ramón Almánzar.
Junto a ellos se reconocieron las trayectorias y aportes a la profesión de los comunicadores Estuardo Arias, Marcos Tejeda, Roberto Gerónimo, así como del merenguero Marcos Caminero, la cantante y compositora Alicia Baroni, la directora teatral Germana Quintana, el locutor y presentador Daniel Díaz Alejo y el radiodifusor Roberto Rodríguez.
A cada uno se le preparó una presentación especial y ellos agradecieron por separado el reconocimiento y el tributo que preparó especialmente Acroarte para ellos.
El Garden Tent del hotel El Embajador acogió la producción de René Brea, inspirada en el cine por el homenaje a Armando Almánzar.
Una orquesta de primera, en vivo, logró una excelente propuesta al repasar algunos de los éxitos de “soundtracks” memorables del séptimo arte.
La premiación formó parte de las celebraciones de los 30 años de Acroarte.
“Esta es una gran noche para todos los integrantes de esta familia que empezó a hacer su historia el 28 de febrero de 1984. Juntos hemos vivido momentos difíciles, pero al mismo tiempo, hemos celebrado logros tras retos superados que hacen hoy, tres décadas después, a Acroarte una institución sólida y admirada por la sociedad dominicana”, expresó José Antonio Aybar, presidente de la entidad periodística. El evento marcó el inicio a la celebración del Día del Cronista de Arte, hoy viernes.

‘La bicicleta verde’

Si ha visto Ud. esta película, “La bicicleta verde”, “Wadjda” en su idioma original, y si alguien le pregunta de qué va la historia y le responde que versa sobre una niña de 10 años que desea fervorosamente tener una bicicleta verde, es muy posible que le digan algo como “¿y que tiene de interesante o de importante que una niña quiera una bici?
Bien. Pero resulta que la niña de marras se llama Wadjda, y que es de nacionalidad árabe, específicamente de Arabia Saudita.
Y entonces las cosas comienzan a cambiar, porque esa nación no se maneja como los dominicanos, ni como los ingleses o los chinos.
Saudi Arabia es una nación conservadora, regida por los dictados de El Corán, y es por esa sencilla razón que cuando Wadjda ve a su amiguito Abdullah correr vertiginoso en su bici, cuando pasa por una tienda junto a él y ve una linda bicicleta verde y queda prendada de algo para nosotros, para nuestros niños y niñas tan común, y al llegar a su casa y pedirle a su madre que le compre esa bicicleta, a la señora le entran temblores porque ella sabe a ciencia cierta que cuando vean a su querida niña montando en dicho vehículo van a pensar mal de ella, de la niña, de su madre, de su padre, de todos en su familia porque, para los adictos a los preceptos de Alá, ese es un instrumento pecaminoso que atenta contra su femineidad.
Pero ese no es el único problema que nos presenta la película, porque, además, la madre no puede poner demasiada atención a su hija porque tiene otro motivo de preocupación: su esposo está a punto de casarse otra vez, y eso, por si acaso, no implica un divorcio, sino que el muy estimado señor va a tener dos esposas y que la nueva es, por supuesto, más joven que la inicial, y eso es algo normal en esa sociedad y bajo esos preceptos.

Un cuento de invierno

Usted empieza a ver este asunto fantasioso y pronto descubre que Russell Crowe es un demonio. Pero, espere, no es que lo sea por ser muy perverso o algo por el estilo, sino que lo es literalmente hablando: Pearly Soames, a pesar del nombrecito, es todo un diablo y, como tal, malo como el diablo.
Y entonces le sale su rival: Peter Lake es tan bueno que a ratos da asco, y se va a pasar la película tratando de salvar chicas bonitas o niñitas simpáticas. Por supuesto, si el diablo es feo es entonces Crowe a quien, gracias al maquillaje, ponen más feo de lo que es en realidad y, como el otro es un angelito, entonces se buscan a un buen mozo bien popular: Colin Farrell, siempre todo desmelenado.
Y hay una chica muy bonita a quien no conocíamos: Jessica Brown Findlay es Beverly Penn, y es tan linda que no puede durar mucho para que el Lake le persiga a través del tiempo y, si no la encuentra a ella, por lo menos viendo a Abby se percata de quién es, que no es un chico del Bronx sino un ladronzuelo de fines del pasado 19, con lo cual llegamos a la conclusión de que, para durar mucho, para ser longevo, hay que ser un diablo o un angelito melenudo confundido en la actualidad porque, para enredar el asunto, eso sucede; que de buenas a primeras el Peter cae al Hudson en 1895 y, a pesar de la altura, a pesar de toletazo que debió haber recibido, no solamente no muere sino que ni siquiera sale contusionado o herido sino desmemoriado y, ¡recórcholis!, en el 2014, y al rato anda para arriba y para abajo con otra ropita que de seguro dejó guardada en la estación Grand Central por si se le mojaba la otra.