sábado, 27 de febrero de 2016

“Dos policías en apuros”: debió ser mejor

Cierto, debió ser mejor, tenía material para ser mejor, porque la historia escrita por Francis Disla, Juan Namnun y Yarissa Rodríguez daba buen pie para una apreciable comedia paródica. Pero resbala, lamentablemente.
Resbala porque algunas de las secuencias resultan algo confusas y sobre todo bastante exageradas; la inicial, en la calle El Conde, a ratos hace que nos perdamos en detalles rápidos no muy precisados, y la del tiroteo en el súper mercado es aún más confusa y exagerada, no resulta creíble,
Pero, además, aunque el personaje de Fausto Mata, Juan Sánchez, un infeliz a quien todo le sale mal pero cuyo único deseo es llegar a ser un policía investigador importante, no deja de resultar de entrada interesante, cuando forma la dupla con Pedro, el policía veterano que interpreta Manolo Ozuna; Disla, en lugar de hacerles ver como una pareja que no se complementa bien y que en realidad falla por ello, no pasa un minuto sin que les ponga a hacerse muecas uno con otro, a decir disparates y necedades que, bien, son parte de la forma de ser de Juan, pero no se supone debía ser la de Pedro.
Otro detalle: demasiados disparos sin que veamos los resultados: claro que caen algunos heridos o muertos, pero disparar de un carro a otro docenas de balazos sin que apenas veamos unos pocos agujeros nos deja pensando en lo deficientes que son los dos bandos en materia de su propio oficio: policías y rufianes.

“Steve Jobs”: simplemente formidable

En efecto, lo saben: es mucho lo que se ha escrito y llevado al cine sobre este genio del mundo de las computadoras. “Steve Jobs: The Man and The Machine”, es un documental de Alex Gibney de 2015, pero no lo hemos visto. Sí vimos la inocua cinta de Joshua Michael Stern, protagonizada por el aún más inocuo, Ashton Kutcher, “Jobs”, de 2013 pero, como ya apuntamos, es muy, muy floja.
Pero las cosas cambian y siempre hay algo mejor, en este caso, mucho, mucho mejor: “Steve Jobs”.
Desde el mismo instante en que, antes de comenzar la historia en sí de Jobs se nos presenta al gran escritor Arthur Clark (2001: A Space Odyssey), la obra literaria de la cual derivó la tremenda película de Stanley Kubrick, y vemos como este señor, todo un visionario, predice tantos años antes lo que ahora estamos viviendo: la gente en su casa conectada con todos los servicios y unos con otros en el mundo entero, nos damos cuenta de que no estamos ante una sencillez cinematográfica.
Y eso se va confirmando poco a poco cuando vamos descubriendo otros detalles: el guion es del formidable Aaron Sorkin, tomado del libro de Walter Isaacson y los intérpretes, un cuadro de primerísima categoría: Michael Fassbender, Kate Winslet. Seth Rogen, Jeff Daniels, Michael StuhlbergÖ o sea, talento para regalar y que todavía sobre.
Entonces no nos sorprende nada la seriedad del enfoque sobre tan famoso y admirado y aún reverenciado en vida, personaje. Sorkin no se anda con tapujos: su Steve Jobs no es un ser de postalita, no es un gruñoncito supericial, no es “alma de dios”.

sábado, 20 de febrero de 2016

“Room”

El ser humano es, en esencia, un ser social: su existencia, pero sobre todo su vida como ente, funciona gracias a su contacto con los demás, sin importar raza, color o creencias.
Y ese es el nudo de la historia que vemos en “Room”, una película realizada en colaboración entre Irlanda y Canadá, rodada en Toronto, dirigida por el irlandés Lenny Abrahamson, filmada prácticamente en interiores, muy en especial en toda su primera parte que se desarrolla, como reza su título, en una pequeña habitación, o sea, es un filme hecho con una tremenda economía de medios, con actores y actrices que nada tienen de estrellas rutilantes, pero que, como en algunas ocasiones anteriores, demuestran, precisamente, que nada de ello es necesario para hacer cine.
Cuando se inicia el relato, vemos a la madre y su hijo, cuya larga melena tiende a confundir porque pensamos que puede ser una niña. Pero es Jack, quien cumple cinco años, y ella le prepara un bizcocho para celebrarlo.
Pero el niño lo rechaza, quiere un bizcocho como los que ve en la TV, con velas chispeantes, con adornos, más grande. Y puede que usted, como espectador, piense que cómo es posible, que por qué ella no sale y compra los ingredientes para agasajar a su niño, y tal vez piense que ella no tiene recursos, que es muy, muy pobre.
Hasta que, sin aspavientos, se nos comunica la realidad: Jack nació en esa habitación, Jack apenas ha visto el cielo gracias a una claraboya en el techo, Jack nunca ha salido del pequeño cuarto, ese es su mundo y ella, la madre, tiene siete años allí, a la espera de que, algunas noches de la semana, ese Nick con aspecto de hombre normal y corriente abra la puerta, entre y haga el “amor” con ella mientras Jack duerme y trata de hacerlo en un clóset a dos metros de la pareja.
Entonces, ahora pueden imaginar por qué hablamos del ser humano como ente social, como ser que necesita del contacto con los demás para sobrevivir de manera normal.

“Concussion”, interesante dentro de lo convencional

Porque lo interesante de “Concussion” es la historia que desarrolla, que resultó ser toda una revelación en el mundo deportivo y económico norteamericano.
Fue cierto: Bennet Omalu, en Estados Unidos pero llegado de una nación africana, médico forenese especializado en neuro-patología, un buen día, casi por pura casualidad, examinó a uno de esos cadáveres con los cuales él, como detalle extraño, conversaba como si de amigo se tratara, y descubrió ciertas peculiaridades en los traumas en su cerebro, algo para él, a pesar de su experiencia, desconocido hasta ese momento.
Y ese cadáver era de un jugador de fútbol americano, con lo cual él, para probar lo que intuía, comenzó a examinar otros cadáveres de futbolistas hasta comprobar la existencia de un síndrome propio de esos jugadores.
O sea, que la principal arma en el ataque es el choque a velocidad contra el contrario, y esos repetidos golpes en la cabeza producen ese síndrome que es fatal en gran mayoría, porque el cerebro humano no está protegido contra tales golpes como, por ejemplo, el de las cabras montañesas o los pájaros carpinteros.

sábado, 13 de febrero de 2016

Presentarán documental "Armandocine"

La Sociedad Cinematogràfica Dominicana, Inc., presentarà el largometraje documental “ARMANDOCINE” el mièrcoles 17 de febrero en curso, a las siete (7:00P.M.) de la noche. La exhibiciòn se llevarà a cabo en la sala principal del Centro Cultural de España, Ciudad Colonial., con acceso gratuito a todo pùblico.
El referido documental, realizado a propòsito de la celebraciòn del Cincuenta (50) Aniversario de ejercicio crìtico cinematogràfico del reconocido intelectual Armando Almànzar Rodrìguez, relata sus vivencias, destacando hechos, personajes, y acnèdotas del mundo del cine local e internacional.
La propuesta audiovisual “ARMANDOCINE” cuenta con la intervenciòn objetiva de intelectuales del paìs, crìticos de cine, amigos y familiares, con un abundante soporte documental y gràfico, de manera que los espectadores recreen parte de la exhaustiva labor del Decano de la Crìtica Cinematogràfica Dominicana.
Para llevar a cabo la materializaciòn del documental, la Sociedad Cinematogràfica Dominicana, Inc., contò con la colaboraciòn ejecutiva de Aguscor, S.A. / Productora Cinematogràfica, asì como con el esfuerzo independiente de los cineastas Leo Silverio, Abel Rodrìguez, Justo Cruz, Natanael Nathera, Ramòn Placencia. Ademàs, entre creativos y tècnicos de la imàgen fueron vitales los aportes de Josè Mèndez, Andrès Quezada, Miguel Mariano y Rafael Valencio. La Direcciòn y guiòn es responsabilidad del tambièn cineasta Agustìn Cortès Robles.
Ademàs de la inseparable vida en el cine del Maestro Armando Almànzar Rodrìguez, el documental “ARMANDOCINE” expone particularidades de su extensa, bien valorada, premiada y difundida obra literaria, que ademàs de la obtenciòn de varios reconocimientos, le mereciò el Premio Nacional de Literatura 2012.


“The Danish Girl”

Cuando vean este filme, tengan en cuenta este detalle simple: en estos días, en 2016, en nuestro país hay políticos que se envanecen tanto de sus ideas retrógradas que hasta las enuncian en su propaganda política. Si ahora hablar en contra del aborto y del matrimonio entre hombres o entre mujeres, contra los gays y los transexuales es todavía frecuenta y se toma como arma de batalla conceptual, ya podrán imaginar lo que podía significar que una mujer emergiera de buenas a primeras del cuerpo de un hombre, por demás, casado.
Pues bien, ese tórrido asunto es lo que abarca el relato de esta película, “La chica danesa” (“The Danish Girl”), un inspirado guión escrito por Lucinda Cixon tomando como base la novela de David Evershoff, quien, a su vez, asegura que se basa en un hecho verídico. Y esa historia es la de Einar Wagener, felizmente casado con Gerda, en la Dinamarca de 1925, o sea, hace casi 100 años.
Einar vivía una vida normal junto a Gerda; pero un buen día, ella, pintora, le pide por favor que pose con un vestido de mujer por encima porque la modelo que esperaba no iba a poder llegar y quería adelantar su trabajo. Y ese contacto con la tela del traje femenino, fue el punto de arranque de Einar quien, de ahí en adelante, empezó, primero furtivamente, a ponerse ropa de Gerda hasta que, poseído por la idea de que en realidad era una mujer dentro de un cuerpo masculino, se arriesgó y comenzó a salir a reuniones vestido de mujer y haciéndose llamar Lili Elbe, prima de Gerda.

"Deadpool”: sumamente divertida

Hace años que comenzamos a tenerle fobia a los impolutos héroes de los “comics”, siempre tan abnegados, siempre tan puros y entregados a la defensa de poder y la gloria, casi siempre huidizos frente a las más ebúrneas chicas, siempre triunfadores por sobre todos los obstáculos.
Por eso desconfiamos de “Deadpool” hasta que, impulsado por los comentarios de Edwin y Maracallo, compañeros del programa radial que pudieron verla antes del estreno, pues allí fuimos.
Y, recórcholis, desde el primer minuto comenzamos a gozar con las ocurrencias de este señor llamado así, Deadpool” por sí mismo.
Wade/Deadpool toma un taxi, como un vecino cualquiera, y por el camino nos cuenta en “flashback” su historia, su origen. Y a poco nos damos cuenta que el señor es todo un formidable charlatán que no para de hablar pero que suelta palabrotas a diestra y siniestra y se le ocurren las ideas más increíbles mientras “lucha contra el crimen”, aunque, en realidad, lo que hace es una simple y muy sencilla venganza, como la haría también cualquier “duro” de un barrio.

sábado, 6 de febrero de 2016

‘A orillas del mar’, cuando se quiere… se puede

Bladimir Abud lo viene intentando desde hace unos años: “Los Super”, divertida, pero algo desquiciada, “La lucha de Ana”, interesante pero todavía fuera de forma. Y ahora, “A orillas del mar”.
Debemos confesar que, habiendo visto hace unos meses una prueba cruda de esta historia, el final de aquella nos parecía más hermoso y poético.
Claro, no estamos en posición como para poder aclarar ahora para ustedes porque muchos no han visto le película ni antes ni después y no podemos revelar esos detalles. Pero, de todos modos, sí podemos decir que aquel de entonces nos pareció más hermoso y poético que el actual.
En el original, el niño era una perfecta víctima de una sociedad carente de valores, estaba entrampado, no tenía salida alguna posible que no fuera su propia destrucción como ser humano.
En la presente, aunque sigue siendo una víctima, por supuesto, deviene por igual en victimario y ese detalle, aunque puede resultar lógico (y hasta deseado por gran parte de los espectadores, siempre a la espera del desquite simple, de la justicia inmediata, de salir del paso de la manera más expedita), le resta la serena belleza poética que antes apreciamos.
Ahora bien, antes y ahora, hemos de aclarar que “A orillas del mar” es cine serio, honesto, el cual se busca al detalle exponer lo que somos y que a muchos nos duele.
Pero además, “A orillas del mar” es...cine.

“Los odiosos ocho”, un “western” o...

Desde que tenemos uso de razón los “westerns” se han relacionado con el, precisamente, oeste norteamericano, con las vacas, los caballos, los vaqueros y sus colts y las extensas llanuras. Pero Tarantino es peculiar, y por esa razón este film no nos parece un western por más que lo digan él y todos los demás. De 2 horas y 47 minutos, menos de 40 discurren en la llanura cubierta de nieve, el resto, cuenten, en el interior de una posada.
Para colmo, gran parte de esos 40 mentados discurren... en el interior de la diligencia.
O sea, que el resto es en un espacioso salón donde se ejecuta un juego al estilo de investigación de “Clue” o de las novelas de la Agatha, hasta que los detectives Marquis Warren (Samuel L. Jackson) y su ayudante, el Sheriff Mannix (Walton Coggins) van uniendo pistas hasta descubrir el intríngulis.
Claro, como en casi cualquier cinta de Tarantino, el Gran guiñol, abunda la truculencia exhibicionista de la sangre y los vómitos son como los besos y caricias de un filme romántico, aparte de medio brazo que cuelga de la Daisy que a su vez pende de una viga.
Todo ello, aparte de que, para redondear su película, el Tarantino tiene que recurrir a un “flash back” para explicarnos lo que realmente ha pasado y que todavía no entendemos pasados más de 120 minutos.
Pero, no crean, aun así nos gusta el filme, pero eso se debe a otros varios pormenores, como la excelente musicalización de Morricone, como la fuerza expresiva y la impoluta belleza de la fotografía de Richardson, como la edición y su fluidez pasmosa, y, sobre todo, como las actuaciones que encabezan el siempre eficaz Samuel L. Jackson, el veterano Kurt Russell y la estupenda Jennifer Jason Leigh. El resto es  es excelente y si no los mencionamos es porque nos resta poco espacio.