sábado, 19 de marzo de 2016

Londres bajo fuego

Por supuesto, si han visto “London Has Fallen” ahora van a ripostar diciendo que eso que se nos cuenta en la película no es una tontería, que gran parte de Londres destruido y miles de muertos no pueden calificarse de tontería. Y es perfectamente cierto si así lo piensan.
Porque, en el presente caso que nos hace perder tiempo (casi dos horas viendo el asunto, y ahora sentado escribiendo sobre el mismo asunto), la tontería no reside en la tan pormenorizada descripción (pormenorizada gracias al “artístico” y más que usado recurso de Hollywood: los efectos especiales) de las joyas arquitectónicas de la ciudad derrumbándose y a los hombres y mujeres cayendo como moscas bajo los efectos de disparos y explosiones, sino de la idea banal de utilizar el cada vez más frecuente empleo del terrorismo y su sevicia para contarnos una historieta boba con dos héroes inmaculados que, como era de esperarse y aunque todo se desarrolla en Gran BretañaÖ son norteamericanos.
Y esos dos “supermanes” son nada más y nada menos que el mismísimo presidente de los Estados Unidos de Norte América, Benjamin Asher, y su maravilloso guardaespaldas Mike Banning que, a más de ser sobrehumano, es un esposo maravilloso y un padre como no habrá otro igual.

‘El malquerido’ un melodrama al cubo

Esta historia o biopic sobre el cantante Felipe Pirela es posible también que nos prodigue discusiones por haberla tachado de entrada como “melodrama al cubo” porque, argumentarán algunos, en especial los responsables del filme, que si la vida del Pirela fue así, pues así tienen que presentarla.
Pero olvidan quienes así opinen que, a menos que se trate de un documental con todas las de la ley, cuando se lleva la vida de alguien al guión y luego al cine, no importa si es tan importante como Beethoven o Napoleón o Einstein, no importa que sea Pirela o el Macho Camacho o Jack Veneno, desde el mismo instante en que alguien está escribiendo ese guión y pasa luego a las imágenes, hay que tratarlo como ficción.
Y lo que nos atragantamos sobre el bolerista venezolano es un melodramatazo de primerísima categoría.
Pero, además, es un melodrama aburrido, carente de dramatismo en su discurrir, insípido en su caracterización por parte de Jesús Chino Miranda, el Pirela del cuento.

sábado, 12 de marzo de 2016

“El abrazo de la serpiente”

Para iniciar un debate que no tendría fin jamás, podríamos preguntar: ¿Cuál película le parece mejor: “El abrazo de la serpiente” o “Los viajes del viento”? No tendría fin porque estas dos películas del colombiano Ciro Guerra son, para nosotros, la culminación del quehacer cinematográfico en cualquier sentido: capacidad y enorme destreza en el manejo del lenguaje cinematográfico, responsabilidad social, creatividad en la creación de historias.
Claro, ahora nos pueden decir que Ciro no inventó nada, que se basa en las páginas del etnólogo y fotógrafo alemán Theodor Koch-Grunberg y del botánico norteamericano Brionne Davis, quien cubrió la misma ruta por el Amazonas muchos años después del germano y, como aquel, tomó notas y fotografías.
Cierto, pero usted puede tener el mejor relato de cualquier tipo enfrente y, si no sabe hacer cine, el resultado deberá ser, irremediablemente, una tontería o un simple filme comercial.
Bien, el caso es que Guerra nos lleva con su equipo a seguir la ruta original del germano que luego siguiera el yanky, ambos guiados, el primero, por el joven Karamakate, shaman indígena, en busca de la Yagruna, planta medicinal presuntamente mágica, y luego Evans, guiado a su vez por el anciano Karamakate.
La diferencia entre ambos viajes es, precisamente, ese Karamakate, joven y vigoroso que incluso hace uso de la fuerza en ocasiones mientras navegan por el Amazonas entre Colombia y Perú, y el anciano shaman que dice de sí mismo que ha perdido la esencia de su ser, sus poderes mágicos como shaman.

“La resurrección de Cristo”, no es lo mismo… pero es igual

Nos lo habían dicho: no es lo mismo, o sea, que esta “Risen” o “La resurrección de Cristo”, no era la misma memada de otras tantas que se han hecho antes y, lógico, pensamos entonces en “El evangelio según Mateo”, de Pasolini, o en “La Ultima tentación”, de Scorsese, o sea, relatos sobre la vida de Cristo que rompen con lo tradicional en el mejor sentido de la palabra.
Y, en efecto, cuando se inicia este filme de Kevin Reynolds basado en un relato de Paul Aielloe, emergieron de inmediato las diferencias: a Barrabás no lo enjuician junto a Cristo, lo mata Clavius antes. Luego, muy poco después, sepultan a Cristo en una gruta, dejan soldados vigilando, pero el muerto arrasa con todo y se marcha, con lo cual Poncio Pilato ordena a Clavius buscar el cadáver hasta bajo tierra (lógico, ¿no?) y, para que vean, Clavius lo encuentra, lo ve junto a los discípulos, todos bebiendo y comiendo como cualquier vecinos de antes o de ahora, pero con una diferencia: de buenas a primeras, el muerto-vivo desaparece dejando a todos con la bocaza abierta. Pero, ¡ah!, ya había dicho que ellos le iban a ver otra vez, pero un poco lejos, en Canaá, si mal no recordamos, y allí van los doce del patíbulo, perdón, de los evangelios y, ¿saben quién más? Pues nada más y nada menos que Claviuos, porque, claro, no había de ser, él estaba tan sorprendido como los otros, sospechaba algo grande, razón por la cual cuando los doce emprenden camino, pues allá va el tribuno sin siquiera una Coca Cola o un emparedado, ni tampoco unos pantaloncillos de repuesto, que en esa época la ropa interior (y todas) duraban muchísimo.
Y, como era de esperarse, a poco ya andan todos juntos como si fueran los vecinos de un barrio de Santo Domingo con su olla de espaguetis y par de teleras para Boca Chica.


sábado, 5 de marzo de 2016

Oscar 2016

Por si acaso todavía existen habitantes de este tan peculiar país que no sepan sobre mi edad provecta y sobre mis 53 años rezongando acerca del cine, les recuerdo a esos que nuestro trato con Oscar nunca ha sido demasiado amable.
Muy en especial luego de ciertos desaguisados memorables, como aquella vez que la tan convencional “Rocky”, protagonizada por aquel a quien muchos creyeron había actuado de manera excelente sin percibir que era así como lo hacía todo, pues que la tal velada boxística (calcada de “El estigma del arroyo”, Robert Wise, 1947), venció como mejor filme nada menos que a “Taxi driver”, de Martin Scorsese. Y así, como ese, abundan los ejemplos.
Pero, en esta oportunidad, y muy a pesar de tener que esperar hasta la 1:00 a.m. para saber el filme ganador, pues miren que no nos cayó mal el asunto.
Primero, nos dimos un buen gustazo con Chris Rock, que vapuleó un tanto a los enfervorecidos boicoteadores de la ceremonia recordándoles que todos ellos eran millonarios trabajando para Hollywood y poniendo un simple ejemplo: “Peor fue que a Will Smith le pagaran 20 millones por un disparate como “Wild Wild West”. Eso, y los cortos paródicos sobre los nominados, me permitieron sobrellevar las horas.
Pero, además, habíamos pronosticado el triunfo de “The Revenant” como mejor película muy a pesar de que nuestra favorita era “Spotlight”, y al parecer para llevarnos la contraria le dieron el triunfo a la de Tom McCarthy. Cierto que la de Iñárritu tiene una puesta en escena espléndida, razón por la cual no objetamos el premio a la Mejor dirección, pero lo que nos hace preferir la otra es, precisamente, por poseer una historia más importante, una soberbia denuncia contra uno de los poderes más enquistados en nuestro pequeño mundo desde hace más de 20 siglos: la Iglesia Católica.



http://www.listindiario.com/entretenimiento/2016/03/05/410415/oscar-2016