Y vuelve a pasarnos lo mismo, y, como en los trabajos de Sísifo, este
destino cruel, esta infinita reiteración cruel, seguirá volviendo una y
otra y otra vez. Ver una película que nos anonada por su prístina
belleza, para salir de ella y tropezarnos, como toro ciego que
atropella sin importar qué, con otra perfecta mojiganga.
Porque,
¿cómo calificar una historia como la del tal “Pelotudo” si no es de pura
y perfecta mojiganga? ¿Qué importa que Claudio Chea sea un maestro de
la fotografía si lo que están reflejando sus tomas son necedades?
¿Quién
demonios le dijo al Sr. Raymond Hernández, guionista y director de este
asunto, que para ser un pelotero dominicano hay que ser negro o mulato y
tener las cabellos rizados? No notó él, como notamos nosotros, que ese
teñido de la piel se veía de lejos que era precisamente eso, un vulgar
teñido, que nadie podía tragarse tan desmañado cuento?
A quién se
le ocurre que un argentino que llega a nuestro país blanco y de pelo
lacio y con un nombre suyo real va a poder salir de aquí con una visa de
USA negro, pelo rizo y con otro nombre?
http://listindiario.com.do/entretenimiento/2014/6/13/325848/El-Pelotudo-destino-cruel
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