Un guión interesante y una buena dirección nos llevan a otro
apreciable film: “Al sur de la inocencia”, de Héctor Valdez. Y, como
sucedió con la comedia que paso de la dicharachería insulsa a la comedia
de situaciones bien urdida en “De pez en cuando”, ahora entramos de
lleno en otra modalidad temática y estilística: la “road movie”.
Porque
ahora encontramos a dos miembros de una familia disfuncional, Andrés y
Vera, que, ante una situación desgraciada y súbita, aprovechan a un
conocido ocasional para partir (para ocultarse) viajando hacia donde ese
otro, Santiago, tiene amigos y trabajo. Y ese viaje es una especie de
catarsis para los hermanastros, es la ocasión de dejar detrás una forma
de vida que para ellos era lo normal aunque les estaba destruyendo
emocional y sicológicamente, para descubrir otro sentido a la vida.
Vera,
quien recién llega a Santo Domingo, luego de una estadía universitaria
en USA, posiblemente por la madurez que adquirió durante esos años,
cuando vuelve a encontrarse con su “noviecito”, lo despacha sin
demasiados preámbulos. Ella nota la ausencia del padre en la casa, pero
no parece importarle mucho el hecho porque todo parece indicar que el
don Andrés no era el esposo y padre más “casero” y cariñoso. Esa es una
de las razones de su huida, de su posterior transformación. Andrés, el
hijo mayor, hijo de la primera esposa del don Andrés, vive un eterno
conflicto con su madrastra y con el mismo padre y, aunque siente lo que
le sucede (después de todo, es su padre), es evidente su perturbación
sicológica que asoma de muy diversas formas y en varios instantes a
partir de la fiesta de cumpleaños de Vera.
Bitácora informativa sobre la obra literaria del escritor dominicano Armando Almánzar R., Premio Nacional de Literatura 2012, que incluye informaciones sobre sus libros de cuentos y novelas, críticas y comentarios sobre los mismos, así como otras reseñas periodísticas. Este blog también incluye comentarios sobre las películas estrenadas semanalmente en República Dominicana.
sábado, 26 de abril de 2014
‘Carmita’, original y excelente
Cierto, “Carmita” posiblemente no sea un filme original, ni siquiera
como documental, porque documentales biográficos han abundado en la
filmografía internacional.
Pero a nosotros se nos antoja decir
que, de todas maneras, el concepto formal de esta historia en imágenes
sí lo es, sí es original porque su edición es lo que le confiere esa
diferenciación.
Carmita no es un personaje fundamental dentro de la historia de los seres humanos, no es un Lincoln, un Einstein, un Kennedy u otros por el estilo.
Pero el guión y la puesta en escena que le han dado Ismael Contreras y Laura Amelia Guzmán, quienes, para felicidad del séptimo arte y, sobre todo, para el cine dominicano (porque, aunque la ficha de la cinta dice que es una producción argentino-Mexicano, la presencia, la mano de la Guzmán está presente y eso, hasta cierto punto, la hace nuestra), han formado una excelente dupla creadora, esos elementos esenciales del séptimo arte sí le confieren altura de gigante a Carmita Ignarra, si no por su importancia como figura internacional, sí por la dimensión que se percibe con nitidez de ella como ser humano.

Carmita no es un personaje fundamental dentro de la historia de los seres humanos, no es un Lincoln, un Einstein, un Kennedy u otros por el estilo.
Pero el guión y la puesta en escena que le han dado Ismael Contreras y Laura Amelia Guzmán, quienes, para felicidad del séptimo arte y, sobre todo, para el cine dominicano (porque, aunque la ficha de la cinta dice que es una producción argentino-Mexicano, la presencia, la mano de la Guzmán está presente y eso, hasta cierto punto, la hace nuestra), han formado una excelente dupla creadora, esos elementos esenciales del séptimo arte sí le confieren altura de gigante a Carmita Ignarra, si no por su importancia como figura internacional, sí por la dimensión que se percibe con nitidez de ella como ser humano.
martes, 22 de abril de 2014
Presentan nuevas novelas de Armando Almánzar R.
Santo Domingo – 23 de abril de 2014.- El próximo primero de mayo será presentado, en el contexto de la XVII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2014, la obra “Alicia-Enigma” de la autoría de Armando Almánzar R., Premio
Nacional de Literatura 2012.
“Alicia-Enigma” consta de dos novelas cortas y
es publicado con el auspicio del Ministerio de Cultura.
Esta publicación se suma a la extensa obra del autor, quien a
la fecha ha publicado 19 libros de cuentos y de novelas. El licenciado Alberto Perdomo Cisneros hará la
presentación.
El acto será celebrado en el Salón de Actos del Museo de Arte Moderno,
en la Calle Pedro Henríquez Ureña, de esta ciudad.
lunes, 21 de abril de 2014
Un día con García Márquez
Era julio y era el calor.
Se iba a llevar a cabo un homenaje al Profesor
Juan Bosch en La Vega y estaba en la comitiva que iría a la ciudad.
Pero no era algo tan sencillo.
Además de los amigos de Bosch, que eran muchos
(aunque algunos de tapadera), se añadía un detalle que haría aquello más
excitante: entre los invitados al homenaje aparecía un nombre que ya era
símbolo literario en aquel 1979: Gabriel García Márquez, el Gabo, estaría en el
grupo, en la comitiva que se dirigía al Hotel Montaña.
Y allá iba yo, pero no en mi destartalado
automóvil, un Renault 12 que renqueaba y tosía como asmático agripado, sino
junto a otros en un vehículo más adecuado.
Fuimos a dar al hotel,
y el día era hermoso, vivificante, y comenzaron los discursos de las autoridades de La Vega, y se extendieron.
Y lo minutos pasaron.
Y las horas pasaron también.
Por esa sencilla razón, cuando al fin
sirvieron el almuerzo, lo que se suponía sería un sabroso sancocho devino en
algo frío cuya grasa se había petrificado sobre el caldo.
Entonces, ante el pasmo generalizado, antes las
miradas lánguidas enfrentadas al “suculento” sancocho de los ya hambrientos
comensales, escuché al Gabo bromear con Bosch.
“Esas cosas sólo pasan en Latinoamérica”.
Claro que, por suerte, si el sancocho se nos
frustró, por lo menos le escuchamos hablar sobre uno de sus próximos libros, le
escuchamos intercambiar ideas con Don Juan.
Y todo aquello fue fascinante.
Irrepetible.
Armando Almánzar R.
Santo Domingo, 21 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
Divergentes

El problema es que, si no aplican para unos de esos grupos, entonces se convierten automáticamente en “divergentes”, o sea, una especie de parias que son despreciados por la sociedad organizada e incluso perseguidos y eliminados.
Y entonces se inician los problemas, pero no, no piensen que serán los problemas de Tris, la jovencita, ni de Four, el instructor de los facciosos del grupo “policial”, sino por los problemas de la película en sí desde el punto de vista cinematográfico. Primero, nadie te va a explicar la razón por la cual quienes no sean adecuados para uno de los 5 grupos dominantes no pueda servir para nada o, peor, tenga que ser eliminado.
La Jaula de Oro
Hacer cine no es que alguien te cuente una historia que te parezca
interesante y que, entonces, como da la casualidad de que eres
propietario de una camarita, entonces te buscas unos amigos para que
manejen la técnica y unos cuantos individuos e individuas para que hagan
los personajes.
Pero, poniendo los términos al revés, hacer cine no es tener muchísima disponibilidad de dinero, un tremendo equipo técnico, facilidades para maravillosos efectos especiales y un reparto de estrellas a tu disposición para filmar el último “bestseller”.
En ambos casos, hay 99 % de posibilidades de que el resultado sea un solemne disparate, paupérrimo en el primero, rutilante pero huero en el segundo.
Amat Scalante, con “Heli”, y ahora Diego Quemada-Díez con “La jaula de oro” nos prueban que para hacer cine, se necesita, por obligación, el gusto por el séptimo arte, o sea, el muy íntimo deseo de hacer cine sin andar dando rodeos en procura de que le caiga bien a alguien o a algunos, no importa si el primero sea un productor millonario o los segundos el público. Ellos tienen su firme idea de lo que desean plasmar en imágenes y a ello se atienen.
Hacer cine es, además de saberlo hacer y tener una idea prístina de lo que quieren contar, es poseer una cultura básica que te permita rastrear la historia, la sicología de los personajes, el contexto social en que se desenvuelve un relato, todo aquello que necesariamente influye en las características de los seres creados que tú, como creador, has dado a la luz para enfrentarlos a miles, tal vez a decenas de miles de espectadores de diversas nacionalidades y culturas.
Pero, poniendo los términos al revés, hacer cine no es tener muchísima disponibilidad de dinero, un tremendo equipo técnico, facilidades para maravillosos efectos especiales y un reparto de estrellas a tu disposición para filmar el último “bestseller”.
En ambos casos, hay 99 % de posibilidades de que el resultado sea un solemne disparate, paupérrimo en el primero, rutilante pero huero en el segundo.
Amat Scalante, con “Heli”, y ahora Diego Quemada-Díez con “La jaula de oro” nos prueban que para hacer cine, se necesita, por obligación, el gusto por el séptimo arte, o sea, el muy íntimo deseo de hacer cine sin andar dando rodeos en procura de que le caiga bien a alguien o a algunos, no importa si el primero sea un productor millonario o los segundos el público. Ellos tienen su firme idea de lo que desean plasmar en imágenes y a ello se atienen.
Hacer cine es, además de saberlo hacer y tener una idea prístina de lo que quieren contar, es poseer una cultura básica que te permita rastrear la historia, la sicología de los personajes, el contexto social en que se desenvuelve un relato, todo aquello que necesariamente influye en las características de los seres creados que tú, como creador, has dado a la luz para enfrentarlos a miles, tal vez a decenas de miles de espectadores de diversas nacionalidades y culturas.
sábado, 5 de abril de 2014
‘La caza’
A través de todos estos muchos años de escribir sobre cine, sobre
cientos de películas, docenas de veces nos han hecho una misma pregunta:
¿Cuál es su película preferida?
Pues bien, de mil y una formas hemos respondido ese cuestionamiento, pero, en sentido general, la respuesta siempre ha sido la misma: No tenemos una película preferida, pero sí muchas, y cuando piensan que, como son muchas, nos referimos a las comedias, a los suspenses, a las tragedias o al cine negro, entonces llega la aclaración: en realidad, las que nos gustan son las excelentes, las mejores, no importa cuál sea su género; pero, podemos agregar, casi siempre que nos sentimos fascinados por un film, resulta que es uno que nos ha dado la satisfacción de pensar sobre lo que nos ofrece.
Si tomamos esta obra de Thomas Vinterberg, “Jagten”, “La Caza”, podemos situarlo en esa categoría. Lo que sucede a Lucas, el personaje central de la historia, es como para pensarlo, analizarlo y pedir, por favor a los dioses, que no nos suceda algo por el estilo.
Lucas no es un héroe cinematográfico, no es un “buen mozo” del cine, no es alguien colocado ahí para que miles y miles de chicas suspiren por él o para que miles y miles de chicos se sientan inclinados a imitarle. Lucas es un hombre común y corriente que vive un momento muy difícil en su vida: se acaba de separar de la esposa y se siente dolido porque tiene que pleitear con ella sobre la Patria potestad con su hijo adolescente. Vive solo, se siente terriblemente solo, que no es lo mismo. Trabaja en una escuela del Estado para niños y su trabajo le gusta, se siente bien con los pequeños, sabe cómo entretenerles, sabe a perfección manejarse con ellos.
Pues bien, de mil y una formas hemos respondido ese cuestionamiento, pero, en sentido general, la respuesta siempre ha sido la misma: No tenemos una película preferida, pero sí muchas, y cuando piensan que, como son muchas, nos referimos a las comedias, a los suspenses, a las tragedias o al cine negro, entonces llega la aclaración: en realidad, las que nos gustan son las excelentes, las mejores, no importa cuál sea su género; pero, podemos agregar, casi siempre que nos sentimos fascinados por un film, resulta que es uno que nos ha dado la satisfacción de pensar sobre lo que nos ofrece.
Si tomamos esta obra de Thomas Vinterberg, “Jagten”, “La Caza”, podemos situarlo en esa categoría. Lo que sucede a Lucas, el personaje central de la historia, es como para pensarlo, analizarlo y pedir, por favor a los dioses, que no nos suceda algo por el estilo.
Lucas no es un héroe cinematográfico, no es un “buen mozo” del cine, no es alguien colocado ahí para que miles y miles de chicas suspiren por él o para que miles y miles de chicos se sientan inclinados a imitarle. Lucas es un hombre común y corriente que vive un momento muy difícil en su vida: se acaba de separar de la esposa y se siente dolido porque tiene que pleitear con ella sobre la Patria potestad con su hijo adolescente. Vive solo, se siente terriblemente solo, que no es lo mismo. Trabaja en una escuela del Estado para niños y su trabajo le gusta, se siente bien con los pequeños, sabe cómo entretenerles, sabe a perfección manejarse con ellos.
‘Capitán América y el Soldado de Invierno’
Se acaba de estrenar y la crítica norteamericana, siempre tan
complaciente con las superproducciones, le otorga un aval cuantitativo:
nada menos que 7.6 sobre diez.
Y, claro, la vimos, la vimos para buscar ese elevado nivel de calidad tan cantaleteado, y hemos encontrado una historia tomada de un “comic” de Marvel bien hecha, entretenida, con actuaciones de buen nivel, con dos horas de puros porrazos que nos demuestran que los personajes del cómic no pueden morir si están del lado de los buenos y que una saga repleta de acción puede ser entretenida.
Pero ¡7.6! Para nosotros, para cualquier verdadero amante del cine, un film como este “Capitán América” nunca alcanzaría más de un 6 y, como se dice popularmente, ¡va en coche!.
Piensen: nuestro anterior comentario versa sobre una gran película de Thomas Vinterberg, realizador danés muy celebrado antes por “Submarino”, un drama de ribetes magistrales; La Caza tuvo un costo de 3.8 dólares, contra los 170 de la presente, y la crítica EE.UU. le otorgó un 7.9 sobre 10. En efecto, le dan mejor clasificación, pero, por poco que se piense, no hay punto de comparación entre ambas obras.
Y, claro, la vimos, la vimos para buscar ese elevado nivel de calidad tan cantaleteado, y hemos encontrado una historia tomada de un “comic” de Marvel bien hecha, entretenida, con actuaciones de buen nivel, con dos horas de puros porrazos que nos demuestran que los personajes del cómic no pueden morir si están del lado de los buenos y que una saga repleta de acción puede ser entretenida.
Pero ¡7.6! Para nosotros, para cualquier verdadero amante del cine, un film como este “Capitán América” nunca alcanzaría más de un 6 y, como se dice popularmente, ¡va en coche!.
Piensen: nuestro anterior comentario versa sobre una gran película de Thomas Vinterberg, realizador danés muy celebrado antes por “Submarino”, un drama de ribetes magistrales; La Caza tuvo un costo de 3.8 dólares, contra los 170 de la presente, y la crítica EE.UU. le otorgó un 7.9 sobre 10. En efecto, le dan mejor clasificación, pero, por poco que se piense, no hay punto de comparación entre ambas obras.
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