En efecto, para poder ver esta película entera se necesita mucha,
pero mucha paciencia. Porque, por más vueltas que le den al asunto, por
más maravillosos consejos y decisiones tomadas por los personajes que
desfilan por la historia, que son muchos, todo se reduce a puras
monsergas, a unas dos horas de beatitudes forzadas de seres que caminan
por la vida envueltos en sus terribles desgracias personales y que,
precisamente por ello, son propicios para ser adoctrinados para que
tomen la necesaria, redentora “senda del bien” que es, por supuesto, la
doctrina cristiana.
Durante esos 120 extenuantes minutos (otro
aclarando, como la vez anterior: a nosotros nos parecen extenuantes, es
muy posible que si el lector pertenece a una de las docenas y docenes de
templos cristianos que sobreabundan en Santo Domingo: tenemos dos en
apenas 5 cuadras, todo este desmadejado discurrir le parezca
maravilloso), estos seres, con la única posible excepción del pastor
(como es un mantenido por los demás, siempre está bien), van desgranando
en cámara lenta ante nuestros ojos y oídos sus respectivas desgracias.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/3/27/361514/El-poder-de-la-cruz
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