sábado, 27 de diciembre de 2014

Los mejores films de 2014

Esta lista es restringida porque, a decir verdad, este año las cantidad de películas excelente excede en mucho la lista de una mejor y otras diez, razón por la cual luego de esas ofrecemos otra con aquellos filmes que tienen categoría para estar entre las mejores, por lo menos, 20.
La Mejor del año: “Boyhood”, de Richard Linklater. Pocas veces aparece un realizador con tanta vocación como para acometer un proyecto tan difícil y, por supuesto, para llevarlo a cabo con inusitado despliegue de talento. Doce años pasó Linklater siguiendo a sus personajes, y su obra es todo un prodigio de expresividad, de sentido cinematográfico pleno, de singulares interpretaciones de todos y cada uno de sus intérpretes.
Y ahora, las 10 mejores iniciales:
1.- El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street), de Martin Scorsese.
2.- La bicicleta verde (Wadjda), de Haifaa Al-Mansour.
3.- Her (Ella), de Spike Jonze.
4.- La Jaula de oro, de Diego Queimada-Díez.
5.- Heli, de Amat Escalante.
6.- La gran belleza (La grande belleza), de Paolo Sorrrentino.
7.- El gran hotel Budapest (The Great Budapest Hotel), de Wes Anderson.
8.- El sabor del amor (The Lunchbox), de Ritesh Batra.
9.- Primicia Mortal (Nighcrawler), de Dan Gilroy. 

“Paddington”

 Es una lástima que haya pasado ya una semana desde el momento en que se estrenó esta película, “Paddington”, porque me hubiera encantado haberla recomendado de entrada para padres y, sobre todo, para sus hijos pequeños.
Y muy especialmente porque, estando en una época en la que, aunque a nosotros nos parezca lo que sea y tengamos ciertos reparos por lo que significa en términos generales para toda una sociedad, porque nos parece que una minoría disfruta y una mayoría permanece velando con ojos mustios la felicidad de los primeros, de todos modos es una historia que nos habla sobre el amor fraternal, sobre ese sentimiento que se impone sobre las diferencias entre los seres, en este caso, ya no única y exclusivamente humanos, pero que, precisamente por ello, hace que pensemos mejor en aceptar a aquellos que son diferentes a nosotros por su color, por su religión, por su condición económica o su física.

sábado, 20 de diciembre de 2014

'Relatos salvajes'

Y ahí, de inmediato, encontramos la gran diferencia: Jackson nos ofrece un espectacular show en tercera dimensión y no nos cuenta nada que importe. Damián Schifrón, argentino, nos cuenta una historia que es cine y que sí dice algo sobre lo que somos nosotros todos, los seres humanos, y eso es importante tal y como él lo ha hecho.
Con dos o tres efectos especiales y nada más, pero con actores y actrices haciendo de lo que somos, o sea, de seres humanos, repetimos, comunes y corrientes, como usted que lee estas líneas y tiene esposa e hijos, como su vecina que se va a casar pronto, como el otro que tiene que viajar mucho por nuestras carreteras, como la otra infeliz que tiene que pasar casi toda la noche sirviendo en una cafetería, como el señor millonario cuyo hijo tiene un buen carro pero no responsabilidad, ambas cosas venidas del padre, como usted que maneja en la ciudad y ve cómo un general o un político se salta el semáforo en rojo y nadie mira, pero si usted pisa la ralla amarilla le ponen una multa y tiene que pasarse cuatro horas en la sede maravillosa de AMET para saldarla, de eso trata, eso es lo que nos cuenta Scifrón en “Relatos salvajes”.

‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’

Si dejamos a un lado que los caracteres, o sea, todos esos personajes raros, grotescos, humanos,  enanos, monstruosos o lo que sean, han sido inspirados por el muy decantado y archifamoso J.R. R.Tolkien, luego de dos horas y 24 minutos de enfrentar a los tales mencionados, y ya desde antes pero confirmando en el último minuto de proyección, esta fue la única pregunta que nos colmó el cerebro: ¿qué es lo que hemos visto? 
¿En qué consiste eso que hemos visto?, ¿qué nos ha dejado en el cerebro a nosotros y a miles y miles que se van a sorber este asunto, sobre todo porque son fanáticos “duros” de toda esta saga que nos han metido por ojo, boca y nariz desde hace ya unos años? Pues, para que vean como son las cosas, nosotros, que privamos en conocedores, que presumimos de un ligero barniz de cultura, que hemos leído una buena cantidad de libros y escrito unos cuantos, pues no estamos nada seguros de lo que hemos visto.
Aunque, eso sí, de lo que estamos muy seguros es de que, aparte el beneficio algo huero de una fastuosa producción cinematográfica cuyo costo debe oscilar entre los doscientos y los trescientos millones de dólares (¿y quién sabe si más?, porque en la ficha no lo precisan: puede que estén algo avergonzados), de la “maravillosa” tercera dimensión, y de la presencia de centenares de intérpretes vestidos de mojiganga, no nos parece haber absorbido algo valioso de esta “historia”.

sábado, 13 de diciembre de 2014

“Exodo: Dioses y Reyes”

Si usted recuerda haber visto “Los 10 mandamientos” es por una o las dos cosas: porque la compró en DVD hace poco, o porque es tan viejo como yo. Ese film de Cecil B. DeMille es ejemplo de espectáculo y recordado sobre todo por sus efectos especiales, entre los cuales es el más mencionado (y admirado) la llamativa secuencia del Mar Rojo dividiéndose para dar paso a los hebreos de Moisés y apabullar a los egipcios de Ramsés.
Y ahora, quién sabe por qué endiablada razón, un director que es uno de mis favoritos desde que vi, en 1969, “The Duellists”, o sea, Ridley Scott, se deja llevar por las emociones ($$$) y decide brindarnos otra versión de aquellos ajados mandamientos y con mejores efectos.
El único problema, en que a nosotros respecta, es que ya no tenemos la edad que teníamos en 1956 y que, por ende, no nos sorprendemos y menos extasiamos con efectos cuando la base que los sostiene no nos cala muy hondo. 
Y volver a lo mismo casi me aburre. Por supuesto, Scott no se lleva de superficialidades y su enfoque es un tanto menos artificioso: ya no vamos a ver a Papá Dios dictándole los mandamientos a Moisés, ya no le vemos agitando una vara para abrir las aguas del mar y así por el estilo. O sea, es más sobria esta versión.

María Montez: La película”, luce tabla de plancha

 Y sí, claro, la película, porque no va a ser la estrella que ya está muerta y enterrada desde hace más de 50 añejos. Y lo de “tabla de plancha”, piensen: una tabla para planchar es una superficie lisa, suave, tersa, porque si tiene irregularidades esas pueden causar arrugas a la ropita, ¿no?
Perfecta la definición. Pero, ¿qué tiene eso que ver con la peli? Pues que usted se sienta, comienza a verla y puede pasarse lo que dura, más o menos una hora y media, sin mover un músculo.
¿Por qué? Pues porque el desarrollo de la historia es como la mencionada tabla: no tiene nada que no sea lo mismo, no hay momentos en los cuales usted respinga por la emoción, se sorprende por lo que hace o deja de hacer la diva, se agita porque hay algo que sucede que le parece inconveniente o diferente y, así, cuando llega el final, es muy probable que, como a lo mejor no conoce la biografía de la famosa, diga algo como, “ay, qué pena, se murió del corazón” aunque, si ya sabe algo, si le han hablado del asunto o ha leído detalles sobre la Montez, a lo mejor respinga por vez primera y sospeche que le están metiendo gato por liebre.

sábado, 6 de diciembre de 2014

‘Papita, maní, tostón’

Según contara alguien de la película en “Cineasta radio”, esta comedia recaudó millones en Venezuela. Pasa lo mismo que las españolas citadas en crónicas anteriores, y tampoco encontramos explicación lógica, porque este film puede ser calificado de absurdo, tonto y mediocre.
La única explicación posible pensamos que puede consistir en que los caraqueños, posiblemente, se vieron reflejados en la precariedad de la vida de Andrés, su abuelo y sus amigos: no pueden ver bien la TV porque no tienen ni cable ni antena, no pueden bañarse cuando quieren porque no hay agua, etc.
El resto es un despropósito total, con una chica, Julissa, que sale por vez primera con  el Andrés y, pasando por alto más estupideces del tipo, se da tremenda borrachera

Gilroy… ¡sorprendente!

La vida, como dijera Rubén Blades, está llena de sorpresas, y el mundo del cine lo mismo. Baste saber que este film, “Nightcrawler”, representa el debut como director de ese Dan Gilroy que, hasta el sol de hoy, conocíamos como guionista y no de muchas películas, ninguna de ellas de mucha altura.
Pero, se hace evidente, el señor Gilroy sentía esa comezón por hacer cine, y decidió entonces escribir otra historia, pero pensada para hacerla él mismo, o sea, para ponerse él tras las cámaras.
Y el resultado, como ya señalamos antes, es sorprendente.
Cuando usted busca esta película en IMDB, observará que, de entrada, la colocan genéricamente como “crimen, drama, “thriller”. Y en efecto, usted encontrará de todo eso en esta historia.
Pero lo que sucede con Louis Bloom va mucho más allá de tales simplismos.
Porque, por el lado del personaje, encontramos a un ser que seduce a cualquiera con una labia envolvente, con un poder de convencimiento capaz de derretir el rechazo de cualquier persona sin que importe su condición o su posición frente al seductor. Pero Bloom va más allá: une a ese poder de convencimiento una sangre fría y un cinismo fuera de lo común: a él sólo le importa algo en este mundo: él mismo, y para triunfar, para sentirse elevado en el trono del poder, no habrá de importarle aplastar lo que se presente en su camino.


jueves, 4 de diciembre de 2014

Armando Almánzar: “La credibilidad se consigue sosteniendo las mismas ideas”

04/12/2014 12:00 AM - Evelyn Irizarri
A juicio del reputado crítico de cine y escritor, el cine local está en sus inicios y aunque reconoce que hay muchas películas malas, afirma que en países con más de 100 años en la industria, también

Entre los alegres saltos y los fuertes ladridos del inquieto Tobi, Armando nos contó sus vivencias. Esas que comenzaron en la calle 19 de Marzo de la capital y que se desplazaron por casi toda la geografía nacional, debido a que sus padres, dos maestros de profesión debían ir, cada año, a diferentes pueblos, trasladados por la Secretaría de Educación. 

En sus primeros años de vida vio llegar y partir a muchos amigos, a los que tenía que dejar cada vez que sus padres debían cambiar de residencia. 
Sin embargo, al llegar a la adolescencia, pudo permanecer en la capital por un tiempo más largo. Aquí comenzaba una nueva etapa. Aquí logró cosechar amistades más fuertes y duraderas.

Pasó por las mismas dificultades que le tocó a todo el que vivió la llamada Era de Trujillo, pero, sin mayores consecuencias, quizás por su juventud o por esa forma tan pacífica con que acostumbra enfrentar las cosas.

Durante la Revolución de Abril del 65, se dedicaba a proyectar películas a los combatientes, de ahí surgió su gran pasión por el séptimo arte y nació el crítico de cine. Un par de años más tarde comenzó a escribir cuentos y novelas, algo que piensa hacer por el resto de su vida.

1. Hijo de maestros
Mis padres, los dos, eran maestros y como en esa época trasladaban mucho a los maestros, aunque yo nací en la capital, en la calle 19 de Marzo, a un par de cuadras del Malecón, viví en Santiago, en La Romana, Puerto Plata, San Pedro de Macorís, en Baní, en Azua y en La Vega. A todos esos sitios trasladaban a mi papá, primero como maestro de escuela, después como director de escuela, más tarde como inspector de educación pública, después como intendente, que ahora ya no existe, y que era una especie de supervisor regional, hasta llegar a ser secretario de Educación. Mi papá se llamaba Armando Almánzar y mi mamá, Luz Rodríguez. Éramos cuatro hermanos. Yo soy el mayor, me siguen, dos hermanos varones y una hermana, que es la más pequeña.