viernes, 18 de agosto de 2017

Duelo para Desvelados. Para Armando Almánzar Rodríguez, In Memoriam

Tras la partida de Armando el pasado 12 de julio han sido muchas las personas que han escrito sobre él. En unos textos lo describen como un mentor, en otros como un icono y en este, Angélica Noboa Pagán, lo ha elegido como su héroe.


"In media res, eres adolescente y son los años setenta. Tu conflicto, como el de todo aquel que crece, ensayar personalidades, hasta elegir la tuya. Tu escena, la engañosamente apacible ciudad de Santo Domingo, una pequeña urbe remota separada como la ciudad prohibida de “El Último Emperador”, por unos elevados muros llamados, la sustitución de importaciones, la represión, el subdesarrollo, la condición de isla. Antagoniza contigo una crisis petrolera internacional y otra política e interna de un modelo político que sepulta cualquier pretensión de transformación. Tu saga, vencer el lento transcurrir de puestas del Sol de ese ambiente monótono.

"Todavía estás en el primer acto, pero hace rato has elegido a Armando como tu héroe. Te lleva de la mano cada noche, por la tradición cinematográfica de la era de oro del cine, que transcurrió antes de que tu nacieras, en el horario de la quietud de la noche que llamó “Cine para Desvelados”. En el desayuno mirarías con otros ojos a tu mamá; ya comprendiste que antes de serlo, su corazón fue adolescente como el tuyo y palpitó por Montgomery Clift. Robert Mitchum o James Dean. A tu padre le veías, y te preguntarías que habrá tenido en común con el movilizado joven rural, que Henry Fonda interpreta en “Las Viñas de la Ira”, cuando vino a vivir del Sur Profundo a buscar oportunidad en Ciudad Trujillo. Y a esos primos grandes que ya eran adolescentes en los años sesenta, que recuerdas desde el caleidoscopio multiforme del jardín de la infancia, le preguntarías si fue real “La Fiesta Inolvidable”, de esa divertida psicodelia.

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