sábado, 28 de noviembre de 2015

‘Tubérculo Gourmet’, se defiende algo

Andamos afanosos en busca de un investigador para que localice nuestro sentido del humor. Eso lo decimos porque, luego de leer en la prensa y escuchar diversas opiniones sobre los muy buenos chistes de este filme, como no logró sacarnos más que una que otra tenue sonrisa, pues andamos algo escamados.
Sin embargo, hemos de reconocer que, luego de tragarnos bodrios como las “Lotomán”, podría asegurar que el trabajo direccional de Archi López mejora, sin que lleguemos a elogiarlo en toda su extensión.
Esta vez, por lo menos, la historia que se cuenta va de principio a fin sin alteraciones molestas.
Pero el problema entonces es que esa historia nos parece de un acentuado costumbrismo que sentimos falso. Esos campesinos, Tubérculo y su compadre Tirson, de jóvenes, con esas melenas y esos bigotes, parecen más “hippies” trasnochados que campesinos del patio: jamás habríamos imaginado campesinos del Cibao con semejante talante.
Además, hizo falta una persona para manejar las actuaciones: ambos personajes sobreactúan, el Tirson con lo de la chiva Rosita, el otro con lo de la comida, que resulta una exageración a todas luces, por más que se diga que hablamos de una comedia.
Todas las historias tienen que partir del sentido común, de lo verosímil, sean dramas, tragedias, aventuras o comedias.


“Máxima precisión”

Se hace evidente que ese señor, Andrew Niccol, (Gattaca) es un director con ideas propias y, además, que esas sus ideas no son puras tonterías de las que nos tienen acostumbrados los chicos de Hollywood.
“Good kill”, el título original, expresa con fuerza la idea que permea esta historia; en español, “Máxima precisión” no es más que un suave subterfugio, pero “Good kill” nos habla de lo que el Mayor Thomas Egan, su superior, el Teniente Coronel Jack Johns y los demás de su grupo, amén de muchos otros grupos repartidos por todas partes en USA y quién sabe en cuántos países más, están haciendo día por día, hora tras hora, sin cesar un momento: matando. Porque, tal y como rumia Thomas, ya él no es el piloto de un avión de caza que combate en las alturas y está de continuo en riesgo de perder la vida al enfrentar al enemigo, sino algo así como un jugador de Nintendo que maneja un control encerrado en un galón con aire acondicionado.
Pero, además, y muy principalmente, día tras día, hora tras hora, recibe órdenes inflexibles sobre lo que tiene que hacer con esos controles. Ya no es como esa guerra para la cual le entrenaron y para la cual sirvió durante docenas y docenas de misiones en su avión, guerra en la cual, suspendido en el espacio, él decidía lo que había que hacer en cada instante. Ahora está sentado frente a sus controles operando un “dron”, una cámara a tres mil metros de altura le ofrece un panorama preciso de lo que hay abajo, en Afganistán, en Yemen, en Irak, donde sea, y esa voz implacable le ordena, sin que pueda protestar, lo que tiene que hacer.

sábado, 21 de noviembre de 2015

“Viva la libertá”

A primera vista, cualquier podría pensar que “Viva la Libertá”, del italiano Roberto Andó, es una comedia. A primera vista. Porque, por menos que piensen, van a ir descubriendo los hilos cada vez menos tenues sobre esta diatriba sobre lo que es la democracia en Italia.
Por supuesto, este filme se rodó en 2013, y es mucho que ha pasado desde que Matteo Renzi está en el poder y hasta en el Vaticano con Francisco Begoglio.
Pero es evidente que el decurso de la historia particular política de Italia está plagada de atrocidades, de crímenes políticos, de mafias enquistadas en todos los ámbitos (la iglesia incluida), de corrupción por los cuatro costados.
Y por eso, aún luego de Renzi y Francisco, suena y se impone el discurso político de Andó cuando nos ofrece la historia del líder de la oposición, Giovanni Ernani, cuyas debilidades y estupideces están hundiendo su partido y con ello empeorando la situación general. Y cuando Giovanni, aturdido por las críticas, un buen día desaparece del ámbito y cunde la desesperación en su partido, Andrea Bottino, su mano derecha, tratando de dar con su paradero, va a dar a casa de Enrico Oliven, su hermano gemelo.

Y entonces, cuando un periodista le entrevista en un bar creyéndole el líder, surge la idea: en tanto aparece el real, vamos con el gemelo.

“Mia madre”

Mientras por un lado hay todo un reperpero con “The Hunger games: mockingjay”, que es la parte 2 de la tercera “obra” de esta saga con muchas correderas, incendios, explosiones, muertos a granel y hasta unos pajarracos con nombre extraño pero que son lo mismo de siempre, zombies; por el lado de las pequeñas salas de Fine Arts hay cine, y un cine que no precisa de super estrellas archi famosas, de grandes presupuestos ni fabulosas escenografías.
Pero esas dos películas son italianas, esas dos películas tienen intérpretes formidables que no son “bonitos” ni curvas por todos lados.
Esas dos películas son, simple y sencillamente: ¡cine!
La primera de ellas es la mejor: “Mia madre”, del formidable Nanni Moretti.
Y es tan sencillamente en su producción que pueda dar la falsa idea de que cualquier tarugo podría haberla hecho.
Pero, recuerden: en el arte cinematográfico se requiere, por fuerza, producción, pero nadie está obligado ha lanzarse a un “show” huero y hueco como “Titanic” o “Avatar”, para apenas citar dos ejemplos.
Lo que realmente necesitó Moretti fue una historia sensible, hermosa, profundamente metida en los huesos del ser humano.

Es la historia de Margherita, señora bien pasada de los 40, ni fea ni bonita, directora de cine que está metida hasta las narices en el rodaje de una historia sobre un conflicto obrero-patronal, con el agravante de que su personaje central, el nuevo propietario de la fábrica, es un famoso actor yanqui interpretado por John Turturo (excelente, por cierto). Pero ese no es el verdadero problema de Margherita. Porque, mientras está hasta las orejas en los problemas del rodaje y de su extrovertido, vanidoso y necio protagonista, en el hospital yace su madre enferma de gravedad.

sábado, 14 de noviembre de 2015

‘Dinero fácil’: no es tan fácil hacer cine

Daniel Aurelio salió bien librado con el guión de “¿Quién manda?”, en el que funciona como pura fórmula, y luego escribió otro que no tuvo tanto éxito, el de “Pueto pa’mí”, que no es fórmula pero sí más flojo y reiterativo, y ahora, ¡repollos industriales”, al parecer se sintió engrandecido por sus éxitos (ambas películas han tenido bastante éxito en la taquilla), y se suelta en banda nada menos que como guionista, director y actor principal de “Dinero fácil”.
Y, aunque este filme es relativamente corto (no pude hacer el cálculo, pero, no debo andar muy errado, no debe alcanzar los 90 minutos), estuvimos a punto de dormirnos a mitad de camino.
Porque, vamos, películas sobre estafadores no son demasiado abundantes, pero recordamos ahora mismo un par de ellas: “Matchstick men”, 2007, de Ridley Scott, formidable, y “Nueve reinas”, 2000, de Fabián Bielinsky, excelente. Y, piensen, ¿qué detalles caracterizan a esas dos obras? Para empezar, que sus guiones están escritos con sumo cuidado y precisión, para que no surjan fallos en sus relatos y enredos peculiares en este género o subgénero y, tan importante o más, que ambas poseen un ritmo picado armonioso y dinámico.
Y en esos dos aspectos falla miserablemente “Dinero fácil”.

‘Operación Ultra’, la extravagancia nos arropa

Lo hemos dicho muchas veces y ahora no tenemos más remedio que repetirlo: la gente que más fácil se gana el dinero está en Hollywood: son sus guionistas o, por lo menos, la mayor parte de ellos.
Porque, dígannos algo, luego de ver, por supuesto, esta mojiganga que es “American ultra”: ¿de dónde sale el sentido, cualquier sentido, de este guión?
O sea, que este muchacho, Mike Howell, personaje central del asunto, es algo así como un producto creado por la CIA dizque para propósitos de lucha armada, algo que nos imaginamos porque nunca le van a aclarar de manera clara y precisa.

Mike vive en un pueblito con su noviecita, Phoebe, trabaja en un almacén en la noche, y de buenas a primeras un jefecito de la CIA decide que “esos que hicieron ya no son necesarios” y, en vez de dejar que el zoquete siga viviendo su vida normal anodina que no perjudica a nadie, le manda a matar.

sábado, 7 de noviembre de 2015

‘Spectre’: Mendes, hombre de cine

Usted ve en los diarios y en la TV el anuncio de una nueva película de James Bond y, si tiene la edad suficiente, sabe a ciencia cierta lo que va a ver: un filme  desbordante de acción y fantasía. La única diferencia con las anteriores, vale decir, es que es lo mismo: si es de los 60 con Sean Connery o de otras décadas con Timothy Dalton, Roger Moore, Pierce Brosnan, un asomo de George Lazemby y, por supuesto, las recientes del mismo héroe actual, Daniel Craig.
Otra diferencia, por supuesto, es que algunas les han gustado más que otras, lo cual es lo más natural del mundo.
Pero, sea cual sea su intérprete preferido, sea cual sea su posición en el calendario, insistimos, sabe que va a ver eso que ya señalamos: una fantasía delirante cargada de dinamismo, de acción, de persecuciones, de tiros y muertos sin que, muy a pesar de ello, pueda inferirse que una Bond sea más violenta en su exposición visual que docenas de cintas que pululan por todos lados.
La presente, “Spectre”, cuenta con un guión escrito en común por John Logan, Neal Purvis y Robert Wade que, por cierto, si fuéramos ingenuos, podríamos colegir que se trata de un epílogo a la serie porque reúne entre sus muchos elementos argumentales toda una serie de detalles que involucran a anteriores rivales del sistema y de Bond en particular, así como personajes importantes o no tanto de otros episodios de la luenga saga bondiana, como puede ser la M de Judy Dench y, además, por los detalles puntuales que ofrece en sus últimos, digamos, diez minutos, pormenores que...no vamos a decir nada más.
Entonces, si vamos al relato creado por estos tres señores, podríamos decir sin temor a equivocarnos que, ciertamente, otras historias, tanto de Craig como de Connery, nos han gustado más, tal vez porque la fantasía en esta oportunidad se desliza hacia ciertos territorios que nos lucen un tanto acomodaticios para que el héroe impoluto se salga con la suya.

‘Me and Earl and the Dying girl’

  • ‘Me and Earl and the Dying girl’


Esta película viene del Festival de Fine Arts y, a pesar de ello, no es cosa del otro mundo. Sin embargo, como se promueve, hasta en sus mismos avances, como una comedia, y todos suponemos que vamos a ver una comedia para olvidar las preocupaciones y reír a más no poder, tendríamos por fuerza que hacer ciertos aclaraciones.
El personaje central de la historia es un adolescente, Greg, que es un chico solitario, apenas tiene un amigo, un jovencito como él, pero negro, y que no gusta de casi ningún tipo de actividad social.
Por esa sencilla razón, Greg se siente más que incómodo cuando su madre, tratando de hacer una “obra de bien social” bien vista por todos, casi (y sin casi) le obliga a relacionarse con Rachel, chica bonita y adolescente también, pero que difiere de los dos amigos por un pequeño detalle: está muriendo de un cáncer o un tumor o lo que sea.
Y es esa relación, la de Greg y Earl, la de ambos con Rachel, lo que nos cuenta la película de este señor de origen latino, pero de todos modos norteamericano: Alonso Gómez-Rejón.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Armando Almánzar R. entre autores incluyen cambios sociales en Santo Domingo

El intelectual Miguel Angel Formerin menciona a Armando Almánzar R. entre los autores que incluyen imágenes de la ciudad de Santo Domingo en su literatura.
Almánzar es incluido dentro de los escritores  en cuyas obras "La ciudad retorna a su nombre original y otros sectores vienen a disfrutar del ‘centro’ estableciéndose en las periferias. Autores como Miguel Alfonseca, René del Risco y Bermúdez, Carlos Esteban Deive, Armando Almánzar, Antonio Lockward y Marcio Veloz Maggiolo dan otra perspectiva más dominicanista, pero a la vez universal a la realidad dominicana," dice Formerin.
En el artículo "Más imágenes de la ciudad de Santo Domingo en su literatura", publicado  en el periódico Hoy de esta ciudad,  Formerín hace varias menciones de la obra de Almánzar, destacando entre ellas las referentes a  "la vida de los marginados y la violencia contra las mujeres en los textos" “El gato” y en “Infancia feliz”.
Para Formerin "Es importante que tanto en Armando Almánzar como en René del Risco o en Alfonseca que la situación de violencia de subordinación de las mujeres entra en el discurso literario en un momento en que el amor libre y el feminismo se apropiaban de la escena pública en los países centrales."