Si ha visto Ud. esta película, “La bicicleta verde”, “Wadjda” en su
idioma original, y si alguien le pregunta de qué va la historia y le
responde que versa sobre una niña de 10 años que desea fervorosamente
tener una bicicleta verde, es muy posible que le digan algo como “¿y que
tiene de interesante o de importante que una niña quiera una bici?
Bien. Pero resulta que la niña de marras se llama Wadjda, y que es de nacionalidad árabe, específicamente de Arabia Saudita.
Y
entonces las cosas comienzan a cambiar, porque esa nación no se maneja
como los dominicanos, ni como los ingleses o los chinos.
Saudi
Arabia es una nación conservadora, regida por los dictados de El Corán, y
es por esa sencilla razón que cuando Wadjda ve a su amiguito Abdullah
correr vertiginoso en su bici, cuando pasa por una tienda junto a él y
ve una linda bicicleta verde y queda prendada de algo para nosotros,
para nuestros niños y niñas tan común, y al llegar a su casa y pedirle a
su madre que le compre esa bicicleta, a la señora le entran temblores
porque ella sabe a ciencia cierta que cuando vean a su querida niña
montando en dicho vehículo van a pensar mal de ella, de la niña, de su
madre, de su padre, de todos en su familia porque, para los adictos a
los preceptos de Alá, ese es un instrumento pecaminoso que atenta contra
su femineidad.
Pero ese no es el único problema que nos presenta la película, porque,
además, la madre no puede poner demasiada atención a su hija porque
tiene otro motivo de preocupación: su esposo está a punto de casarse
otra vez, y eso, por si acaso, no implica un divorcio, sino que el muy
estimado señor va a tener dos esposas y que la nueva es, por supuesto,
más joven que la inicial, y eso es algo normal en esa sociedad y bajo
esos preceptos.
http://www.listin.com.do/entretenimiento/2014/2/28/312577/La-bicicleta-verde
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