jueves, 4 de diciembre de 2014

Armando Almánzar: “La credibilidad se consigue sosteniendo las mismas ideas”

04/12/2014 12:00 AM - Evelyn Irizarri
A juicio del reputado crítico de cine y escritor, el cine local está en sus inicios y aunque reconoce que hay muchas películas malas, afirma que en países con más de 100 años en la industria, también

Entre los alegres saltos y los fuertes ladridos del inquieto Tobi, Armando nos contó sus vivencias. Esas que comenzaron en la calle 19 de Marzo de la capital y que se desplazaron por casi toda la geografía nacional, debido a que sus padres, dos maestros de profesión debían ir, cada año, a diferentes pueblos, trasladados por la Secretaría de Educación. 

En sus primeros años de vida vio llegar y partir a muchos amigos, a los que tenía que dejar cada vez que sus padres debían cambiar de residencia. 
Sin embargo, al llegar a la adolescencia, pudo permanecer en la capital por un tiempo más largo. Aquí comenzaba una nueva etapa. Aquí logró cosechar amistades más fuertes y duraderas.

Pasó por las mismas dificultades que le tocó a todo el que vivió la llamada Era de Trujillo, pero, sin mayores consecuencias, quizás por su juventud o por esa forma tan pacífica con que acostumbra enfrentar las cosas.

Durante la Revolución de Abril del 65, se dedicaba a proyectar películas a los combatientes, de ahí surgió su gran pasión por el séptimo arte y nació el crítico de cine. Un par de años más tarde comenzó a escribir cuentos y novelas, algo que piensa hacer por el resto de su vida.

1. Hijo de maestros
Mis padres, los dos, eran maestros y como en esa época trasladaban mucho a los maestros, aunque yo nací en la capital, en la calle 19 de Marzo, a un par de cuadras del Malecón, viví en Santiago, en La Romana, Puerto Plata, San Pedro de Macorís, en Baní, en Azua y en La Vega. A todos esos sitios trasladaban a mi papá, primero como maestro de escuela, después como director de escuela, más tarde como inspector de educación pública, después como intendente, que ahora ya no existe, y que era una especie de supervisor regional, hasta llegar a ser secretario de Educación. Mi papá se llamaba Armando Almánzar y mi mamá, Luz Rodríguez. Éramos cuatro hermanos. Yo soy el mayor, me siguen, dos hermanos varones y una hermana, que es la más pequeña.




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