Todavía lo
recuerdo: siendo un niño, veía y escuchaba a mi tía Florinda leyendo las barajas a algún amigo: veo un hombre blanco en la puerta de tu casa...
No recuerdo
cuántos años tendría, pero eran muy pocos; más, a pesar de ello, no me creía
aquello y, por dentro, me reía de aquello.
Y entonces, ¿como
creen que ahora me voy a tragar todo aquello de la pobre madre y sus dos hijas
que, para sobrevivir, usan una Ouija para sacarle dinero a sus clientes para
después salir con que la casa donde viven está repleta de fantasmas asesinos
que van a cavar con todos?
Bien, pero si a
ustedes le gustan esas cosas, pues vayan a ver “Ouija: el origen del mal”, de
Mike Flannagan”.
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