viernes, 13 de enero de 2017

“Azul magia” Diferente, pero algo burda

Yoel Morales, director de “Azul magia”, a quien no tenemos el gusto de conocer, tuvo una idea novedosa e interesante para hacer su película: enfocar costumbres y, sobre todo, sus mitos y creencias.
En efecto, esa buena idea se refleja desde que se inicia con un breve relato en dibujos animados sobre los taínos, pero ahí fallan dos aspectos: el movimiento de los personajes dibujados no posee fluidez, es desmañado y torpe. Luego comienza el filme con la primera historia que titula algo así como "yo conocí a un muchachito igualito que tú”, pero esa historia de un campesino cuyos frutos son tumbados por dos niños nada tiene que ver ni con magia ni con taínos. Al terminar, se inicia el relato de Ramón, un adolescente bien interpretado por Lewis Castillos (la única interpretación destacable), que pasa el tiempo retozando con un amigo mayor que él, y ambos alcanzan a ver a una hermosa chica de pelo azul bañándose desnuda, la chica lo advierte y se marcha de prisa, dando paso a que Ramón sea enviado lejos por su madre enferma y encuentre una fruta azul, etc.
Todo un relato que se desliza con pereza sobre todo porque, para ganar tiempo, guionista y director lo ponen a hacer de todo en el bosque, pero acciones sin importancia para el relato en sí.
La cinta, que es muy corta, sufre entones de inconsistencia, no posee la fuerza dramática que se supone debería tener la aventura del  joven con la chica y termina de manera desvaída.
A Morales y su guionista les recomendamos concebir una historia, la que sea, que pueda ser rodada en más de una hora y cuarto, pero que tenga unidad temática, porque las dos que conforman “Azul magia” no compaginan la una con la otra. La de Ramón y la chica debió ser  la película…si hubiera tenido mayor enjundia, más aspectos a presentar.
Pero, insisto, es bueno que hayan cambiado el rumbo temático de nuestro cine.


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