Tom Ford, director de este interesantísimo filme, es
notable y exitoso como diseñador, pero, en ocasiones al parecer se entusiasma y
hace una película: en 2009 realizó “A Single man”, con Colin Firth, formidable.
Ahora vuelve a las andadas y nos ofrece “Nocturnal animals”, una historia, suya
también, que nos sumerge en los abismos del pensamiento humano y nos deja
entrever, con fuerza dramática inusitada, los recovecos del comportamiento.
Susan Morrow (Amy Adams, magistral como siempre),
casada, exitosa, vive bien, pero no está conforme, a pesar de su marido buen
mozo y rico. Un antiguo amigo, Tony Hastings, a quien no veía en años, le envía
una novela que acaba de escribir, y ella, a medida que va leyendo, revive
aquellos momentos que vivió con Tony.
La historia que cuenta la novela es cruda,
sobresaltante, pero ella la disfruta recordando a Tony. Y está dispuesta a
dejar a su marido para volver con él a pesar de recordar como su madre le pedía
que no le hiciera caso porque no era un “buen partido” y además, un joven muy
inseguro, débil. Pero las cosas no son siempre como uno las piensa o desea.
Este filme es de una fuerza dramática poderosa, lo
vemos con facilidad e interés a pesar de los duro de algunas de sus secuencias,
y cuenta con estupendas interpretaciones de Amy Adams, Jake Gillenhaal y Michael
Shannon.
La originalidad de la historia creada por Ford se
basa en los “flash backs” y, sobre todo,
en la sicología de Susan, quién, a medida que va leyendo la novela de Tony va,
en las imágenes que crea mientras lee, sustituyendo el rostro del personaje
central del relato con el de Tony, con lo cual va volviendo a sus recuerdos, a
su pasado y, poco a poco, buscando un refugio a la desidia y amargura de su
vida presente en el amor de su juventud.
Aprovéchenla, no esperen a que la retiren de cartel.
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