Lo primero en señalar sería el desperdicio: Edward Norton, Will Smith,
Keira Knightley, Kate Winslet, Michael Peña, Helen Mirren, todo un elenco de
primera categoría, en roles que no valen la pena por desvaídos.
Lo segundo, la llamada “historieta”: que Howard lleva tres años
desconsolado, montando bicicleta y edificando interminables filas de piezas como
las de dominó, para luego verlas caer sucesivamente, que no trabaja y anda todo
el día con expresión de haberse tragado un aguacate con todo y semilla. Qué es
el socio indispensable de una firma publicitaria y que si no trabaja va a
quebrar y por eso sus socios, Whit (Norton), Claire (Kate) y Simon (Peña) andan locos tratando de hacerle volver a la faena y nada, hasta que idean un plan
para hacerle pasar por loco y recuperar sus acciones de la firma, y entonces se
buscan a uno actores de teatro para tal
efecto. Y entonces empieza a funcionar la trama y ahí andan Raffi, Amy y
Brigitte interpelando a Howard haciéndose pasar por la Muerte, el Tiempo y el Amor.
Y resulta entonces que todos son sicólogos por como los vemos intercambiar
con Howard, que Howard se traga la bola, que…vaya, que a esa hora ya estábamos
atragantados y casi llorando porque me parece algo ridículo y tonto y
superficial y tan falso en este tiempo como una papeleta de Lilís.
Tantos famosos para nada y un guion anodino de Theodore Shapiro llevado a
tontas y locas por David Frankel. Habrá a quien le guste, prueben.
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