domingo, 10 de febrero de 2013

‘Lincoln’



Spielberg se muestra como un creador apegado a la realidad histórica y despreciando oportunidades para hacer "show" en pantalla.


Todo aquel que durante los últimos 25 años nos ha escuchado o leído sabe que, en lo que se refiere a Steven Spielberg, nuestra relación es una mezcla extraña de amor-odio. Le admiramos desde que vimos su primera película, hecha para la TV, pero exhibida en nuestro país en salas de cine, “Duel”, y luego por la perfección inusitada de “Jaws”.
Otros de sus films nos han gustado mucho, pero, por el camino, criticamos acerbamente su excesivo mercurialismo, advertido no solamente en la selección de algunos de sus guiones, sino además en su desmedida capacidad como productor: donde ve un dólar, ahí se lanza, al igual que se excompañero de andanzas George Lucas.
Por esa razón, nos ha sorprendido su versión de “Lincoln”, porque, a pesar de ser una superproducción, a pesar de sus dos horas y media, a pesar de ofrecer una historia que ofrece oportunidades para el espectáculo, Spielberg se ha mostrado como un verdadero creador no solamente apegado a la realidad histórica, sino incluso despreciando esas oportunidades para hacer “show”.



http://www.listin.com.do/entretenimiento/2013/2/8/265238/Lincoln 

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