Nos simpatiza Steve Carell, nos cae bien su parco y algo pasivo
estilo de comicidad, algo que no es muy frecuente y que tampoco casi
nadie recomienda, pero que con él funciona.
Pero un estilo no es una varita mágica, o sea, que no tiene por qué funcionar por obligación.
Porque
cualquier estilo, desde los de Olivier pasando por Chaplin, por Welles,
por la Streep, la Bergman o la Garbo hasta alcanzar a los mejores de
estos 2000, depende de la creación, primero, de un personaje que tenga
peso específico, de otros personajes que rodeen, alimenten y condicionen
al principal, y de la una historia que tenga por igual substancia.
Y de todo eso carece “Alexander and the terrible, horrible, no good, very bad day”.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2014/10/17/341885/Alexander-y-un-dia-terrible
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