Si usted recuerda haber visto “Los 10 mandamientos” es por una o las dos cosas: porque la compró en DVD hace poco, o porque es tan viejo como yo. Ese film de Cecil B. DeMille es ejemplo de espectáculo y recordado sobre todo por sus efectos especiales, entre los cuales es el más mencionado (y admirado) la llamativa secuencia del Mar Rojo dividiéndose para dar paso a los hebreos de Moisés y apabullar a los egipcios de Ramsés.
Y ahora, quién sabe por qué endiablada razón, un director que es uno de mis favoritos desde que vi, en 1969, “The Duellists”, o sea, Ridley Scott, se deja llevar por las emociones ($$$) y decide brindarnos otra versión de aquellos ajados mandamientos y con mejores efectos.
El único problema, en que a nosotros respecta, es que ya no tenemos la edad que teníamos en 1956 y que, por ende, no nos sorprendemos y menos extasiamos con efectos cuando la base que los sostiene no nos cala muy hondo.
Y volver a lo mismo casi me aburre. Por supuesto, Scott no se lleva de superficialidades y su enfoque es un tanto menos artificioso: ya no vamos a ver a Papá Dios dictándole los mandamientos a Moisés, ya no le vemos agitando una vara para abrir las aguas del mar y así por el estilo. O sea, es más sobria esta versión.
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