Hace unas cuantas semanas, en el programa “Cineasta radio”,
hablábamos sobre parodias en el cine, y un oyente intervino opinando
que, para él, las películas de James Bond, todas ellas en términos
generales, eran parodias.
Con delicadeza le especificamos que, buenas o malas, esas cintas no
podían ser calificadas como parodias porque las historias que narran
son, aunque exageradas todas en sus aventuras e incidentes, tomadas y
presentadas muy en serio: por ejemplo, no puede ni soñarse que una
escena en la cual a Bond le golpean por sus partes con un látigo
terminado en bolas metálicas puede ser tomada con algo risible.
Si lo piensan un poco, todas estas películas que devienen de la
popular serie de TV “Misión imposible”, creada originalmente por Bruce
Geller, ofrecen el mismo estilo, la misma tesitura de las de Bond.
Sin embargo, se nos hace difícil recordar alguna de las más de 20 del
007 que haya ofrecido tantos detalles tremendamente inauditos como las
de Ethan Hunt.
Y, si vamos a comparaciones entre estas mismas, la presente,
“Mission: Impossible-Rogue Nation”, es, muy probablemente, la más
estrambótica en sus planteamientos.
¿Por qué razón se exagera tanto? Pues la respuesta es relativamente
sencilla: cuando usted hace una cinta de acción con un héroe en
particular, a través del relato ese personaje acomete numerosas hazañas
que le colocan siempre al borde del colapso, de la extenuación, de la
misma muerte. Son acciones exageradas, muy distantes de las capacidades
de un ser normal. Eso es empezando.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/08/01/382554/mision-imposible-nacion-secreta
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