Esta historia parte de la vida real: durante los años aciagos de la
Segunda Guerra Mundial, los nazis barrieron de todos los países que
quedaron bajo su férula con cientos y cientos de formidables obras de
arte, esculturas y pinturas. Se las llevaban, por supuesto, de los
museos, pero también de las residencias particulares. La idea era
construir en Berlín un gigantesco museo en honor a Hitler.
Pues “La dama de oro”, además de ser el título de este film, es
también una valiosísima pintura original de Gustav Klimt que,
originalmente, era propiedad de la familia judía Altman, cuyos miembros,
casi todos, fueron aniquilados durante la conflagración o en los campos
de concentración.
Y el relato cuenta cómo Maria Altman, nieta de los propietarios
originales, se moviliza para recuperar esa pintura titulada realmente
“Portrait of Adele Bloch-Bauer”, ya en los años 2000, trasladándose a
Austria con su abogado, Randy Schoenberg, y ayudada en Viena por
Hubertus Czemin, un periodista acucioso y esforzado.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/08/01/382555/la-dama-de-oro
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