José Francisco Peña Gómez fue, además de un líder de masas, querido y reverenciado por su pueblo, un hombre honesto y sacrificado, lo cual no es algo que abunda mucho por estas latitudes.
Desde ese punto de vista, merece, no solamente el homenaje de una película, sino cualquier otro que pueda imaginarse. Por esa razón fuimos muy ilusionados a ver “Del color de la noche”, de Agliberto Meléndez.
Pero no salimos con el mismo espíritu. Nos parece que, para comenzar, los diálogos en repetidas oportunidades suenan como dictados, y no es culpa tanto de los intérpretes sino del guionista.
Eso le quita espontaneidad a la obra, la hace sentir un tanto falsa por momentos.
También encontramos lagunas.
Claro que sabemos que no se puede incluir todos los episodios de una vida que, como la de Peña, es larga y arropada de acontecimientos importantes, pero, aún así, se notan demasiado los saltos.
Por ejemplo, al Peña de joven le vemos casado y con dos hijos en un pueblo donde era maestro y locutor. De buenas a primeras, ya está en Santo Domingo y ni asomo jamás de los tres personajes que, caramba, se suponen importantes en la vida de cualquier persona. Peor: le vemos arengando al pueblo por la radio cuando se inician los días de la revuelta de abril, pero luego, ni asomo de ese hecho que, recórcholis, ha sido uno de los más importantes en nuestra historia.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/12/05/399101/del-color-de-la-noche
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