sábado, 5 de diciembre de 2015

“Víctor Frankenstein” una que salió de la rutina

Mary´ Shelley escribió su “Frankestein” en 1818 y, desde entonces, con la única excepción de la comedia de Mel Brooks, casi todas, mejores o peores, han seguido la misma ruta convencional.
Sin embargo, de buenas a primeras se aparece Paul McGuigan y, con un guión insospechado, se sale de esa senda: este doctor en esa Inglaterra del siglo 19 es inusitadamente diferente. Con decirles que, por una parte, Igor ya no es el jorobado feo de siempre sino que, si bien lo era, es convertido en un joven enamorado y elegante; por quién? Pues por el Doctor Frankenstein nada menos.
Pero, además, para la ejecución de su proyecto formal, o sea, dar vida a un ser humano “construido” con partes de otros, ya no estamos con lo de siempre; el doctor ayudado por Igor, sino que es, sorpréndanse, nada menos que todo un proyecto financiado por un millonario con la idea de forrarse de dinero con los experimentos del doctor.
Además, ya no tenemos a la policía de siempre que investiga cuando la gente le llama la atención de que “algo raro está pasando”, sino a un inspector que se revela como un fanático religioso que persigue a Frankenstein por contravenir los preceptos divinos, y lo hace incluso pasando por encima a sus propios superiores.

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