viernes, 20 de abril de 2012

María Montez: ¿Estrella o actriz?

                             
María Montez, la Estrella

     Para poder hablarles sobre María África Antonia Gracia Vidal de Santos Silas, una chica de Barahona nacida en 1912, tenemos que trazar un panorama histórico para que puedan comprender el porqué de su aparición en el Hollywood de los años 40 y su vertiginoso ascenso hacia el estrellado internacional.
Estados Unidos de Norte América: antecedentes para situar a la estrella.    Para cuando María Montez debuta en el cine de Hollywood en un rol de reparto en 1940, en el “western” de escasa importancia titulado “Boss of Bullion City”, film de Ray Taylor de apenas 61 minutos, la nación norteamericana había pasado por dos muy calamitosos períodos de su historia. Primero, el lapso turbulento y sangriento de la Ley Seca, los años de la Prohibición, que dieron como resultado una eclosión del crimen organizado y sus cruentas luchas entre pandillas rivales y frente a las fuerzas de la Ley, y la  subsiguiente aparición del famoso Federal Bureau of Investigation (FBI) y luego, con inusitada fuerza, el período de la cruenta Recesión, el tremendo “crack” financiero que causo la ruina de millones y millones y la muerte por muy diversos motivos de miles de norteamericanos.
     O sea, que cuando alcanzamos ese mencionado año, el 1940, los ciudadanos de esa gran nación apenas empezaban a respirar un tanto aliviados por haber podido sobrepasar esas dos crisis, pero todavía con los pelos de punta y sufriendo muchos de ellos aún por las secuelas dejadas por ellas.
Y, de buenas a primeras, el destino les golpea de nuevo cruelmente: se desata la Segunda Guerra Mundial, las ciudades y pueblos y campos de Norteamérica ven como sus jóvenes tienen que ser reclutados para luchar, apenas con un entrenamiento básico a cuestas, en lugares tan remotos como África, Europa y Asia, dando como consecuencia que a partir de ese año aciago prácticamente no existiera un lugar de la nación donde no tuvieran que contar con un familiar muerto en combate.
Es esa casi ininterrumpida sucesión de dolorosas situaciones lo que hace que Hollywood decida buscar a como diera lugar historias y personajes que alejaran de la mente de los ciudadanos norteamericanos el fantasma de la guerra, la aureola asfixiante de pesar y angustia que les arropaba.
Pan y circo, decían los romanos, y los de Hollywood se encargaron, por lo menos en parte, de la segunda parte de la oferta, creando historias que llenaran de fantasía las mentes de hombres y mujeres, que le hicieran olvidar, aunque fuera por horas, la angustia vital que les arropaba.
Pero, para esas historias cargadas de un escapismo calculado no podían ni siquiera pensar en actrices como Katherine Hepburn, Bette Davis, Joan Crawford, Olivia de Havilland o Vivian Leigh. Porque, aunque todas ellas eran hermosas y, sobre todo, estupendas actrices, no encajaban con ese tipo tan especial de cine que buscaba que el espectador olvidara la dolorosa vida real. Aunque excelentes, todas y cada una de ellas podían ser vistas por el norteamericano medio como “the girl next door”, o sea, que todas ellas eran hermosas pero su tipo físico es el tipo, vamos a decir, común de la mujer norteamericana,
¿Qué buscaba Hollywood y, en el caso particular que nos ocupa, la gran empresa Universal International? 
Pues, simple y sencillamente, una mujer que no pudiera ser tomada como “The girl next door”, como la bonita vecina del barrio, sino, precisamente , una hermosa que brillara por su exotismo, por ser, insistimos, diferente, por no parecerse a esas mencionadas “bonitas vecinas del barrio”.
Y los “busca talentos” de la Universal se fijaron en Ivonne de Carlo, que en realidad era canadiense, pero del sector francófono, que no era tan común por su físico, color algo atezado, pelo y ojos oscuros, pero que, de todos modos, hablaba el inglés como cualquier otra actriz del patio y por esa razón, aunque hizo de Princesa oriental y de bailarina árabe y un par más de roles exóticos, todavía no cumplía con las exigencias de puro y perfecto exotismo de los magnates de Universal.
Y entonces alguien vio a la María Montez hablando un inglés cpm marcado acento extraño en el mencionado “western”, “Boss of Bullion City” y, luego de otro papel no demasiado importante en “The invisible woman” (1949, de Edward Strickland), aunque todavía en roles secundarios, la hicieron brasileña en “That night in Río”, de Irving Cummings, en 1941 y, a seguidas, fue Zuleika, hermosa y misteriosa mujer del desierto en un extraño país del medio este por ellos inventado
Pero la hermosa seguía a la espera del estrellato. Esos films eran producciones baratas, poco importantes, protagonizados por actores y actrices que tampoco eran estrellas de Hollywood, como no lo fue el siguiente, “Moonlight in Hawaii”, del mismo año 1941, obra de Charles Lamont, de apenas 60 minutos, donde nuestra María fue Ilani, una escultural chica hawaiana, como es natural, pero aún secundaria, aún en medio de intérpretes no muy populares como Mischa Auer y Leon Erroll.
Pero ese mismo año, al fin, brilla María como estrella haciendo de hermosa y seductora tahitiana en “South of Tahiti”, de George Waggner, ahora flanqueada por el buen mozo Brian Domlevy y el tosco Broderick Crawford, que sí eran ya importantes en Hollywood, aunque no grandes estrellas.
Y ya era, decididamente, la hermosa deseada y disputada por todos en aquella historia, y comenzaba a ser también admirada y deseada por miles primero, millones después de chicos y mayores yankis y de otras naciones,
A partir de ese film y de ese mencionado año 1941, todo fue coser y cantar para la gentil barahonera. Hizo varias películas junto a John Hall, Turhan Bey y Sabú, todas de ambientes exòticos, y otras con actores de relevancia comoDouglas Fairbankds Jr., y en las que era figuraba siempre en la cima del reparto, o sea, como la estrella indiscutible del grupo histriònico.
En 1949 conoce a quien habría de ser su esposo, el actor francés, muy buen mozo y popular y requerido para esos días, Jean Pierre Aumont, pero, ya e ese mismo año se inicia lo que habría de ser su decadencia: la Universal perdió interés en el tan resobado exotismo de la actriz y las historias y la María se fue con sus bártulos a Europa, donde hizo dos films en Francia, dos en Italia y otro en Alemania, pero no ya con tanta resonancia popular como las producciones de Hollywood que, al igual que hoy en día, tienen la particularidad de cubrir casi todos los rincones del globo.
Su último film fue el italiano “La vendetta del corsaro”, de 1951, dirigido por Primo Zoslio, junto a Jean Pierre y a Milly Vitale, en blanco y negro y no demasiado afortunado como cine.

María Montez, la Actriz
En resumidas cuentas, que la chica de Barahona que encandilara al mundo durante unos escasos 10 años terminó su carrera en una bañera a los 39 años, y no seremos nosotros quienes nos aventuraremos a colegir sobre lo que habría sido de ella en sus años de madurez, pero, para serles sincero, no nos parece que hubiera sido un éxito.
¿Por qué razón nos aventuramos a decir tal cosa? 
Sencillo: porque su carrera nunca se basó en una real capacidad histriónica para caracterizar personajes de cierta profundidad sicológica, sino en una mera interpretación  basada en características de los personajes exóticos escogidos expresamente para ella.
En otras palabras, que María Montez fue una actriz fabricada, no una mujer nacida para ser actriz, ni tampoco una estrella que fuera superándose poco a poco por su talento como es el caso, pongamos como ejemplo, de una Marilyn Monroe que, envuelta en la leyenda de su belleza y su atractivo sensual y sus curcas, pudo probar, con el paso de los años (que, al igual que nuestra María, fueron pocos), que poseía un real talento natural.
Lo de María Montez era un maquillaje especial para realzar su tipo exótico, una presencia hermosa pero hierática, una presencia atractiva pero que no podía imponerse por su capacidad histriónica sino por eso, por el magnetismo de su belleza.
Hay quienes aseguran que, en sus años europeos, en especial en el film francés “Portrait d’un assassin”, ella pudo probar que actuaba. Desgraciadamente, no hemos podido ver esa cinta. Pero, repetimos, por lo que vimos y recordamos, ella fue toda una estrella a nivel internacional, pero no una actriz de categoría.

Armando Almánzar R.
Santo Domingo, 
21 de abril, 2012.




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