Prólogo, “Infancia Feliz”, 1967
Juan Bosch, Escritor y politico
“Ofrecer
a la observación y el estudio de las mujeres y los hombres sensibles ese
reflejo, que viene a ser la sustancia misma de una realidad social en medio de
la cual vive el autor, puede parecerle muy poco cosa a los que buscan la
denuncia en la literatura, pero no es poca cosa porque sin necesidad de
levantar actas ante la Policía de la Historia, Armando Almánzar presenta en
Infancia Feliz una verdad tan sórdida que su cuento pasa a ser, al mismo tiempo
que una obra de arte, una condena enérgica del tipo de sociedad en que se dan
como plantas naturales padres borrachos, madres desnaturalizadas, amantes sin
amor y niños abandonados que aprenden desde sus años más tiernos a ver el
dinero como la imagen misma del poder y la felicidad.”
“Armando Almánzar R. se inserta
con una visión muy personal en el contexto de la narrativa dominicana de los
últimos tiempos. Sabe lo que es un cuento y cómo lograr esa atmósfera
envolvente y sugestiva que es la obsesión de cada cuentista. No pierde de vista que la literatura es una
de las mentiras mejor elaboradas que existen, pero sabe también que detrás de
las imposturas de la ficción siempre laten verdades contundentes. Si el cuento es fabulación, quiere decir que
estamos construyendo mundos irreales, a menudo fantásticos y absurdos, sobre
realidades conocidas”.
“Los
veinticinco cuentos de este último libro de Armando Almánzar cuentan, sin
mayores asombros, sin intento de novedad, las claves sempiternas del buen
cuento: la tensión y la intensidad.
Escribir tensamente, mostrar intensamente. ‘No hay otra manera – decía Cortázar – de que
un cuento sea eficaz, haga blanco en el lector y se clave en su memoria’. Almánzar un cuentista veterano de los años
sesenta, busca una motivación, la anécdota que desea salvar y conjurar, la
vivencialidad de una historia sentida o percibida, la expone con deliberada
sencillez, la fabrica con emoción incontenible y la deja vibrar, la deja que
discurra como un “slow motion” que, de pronto se dispara para dejarnos
boquiabiertos, boquiacontecidos, o simplemente, relajados.”
“La
riqueza del interior almanzariano se manifiesta en lo variopinto de sus
historias. Un vegetal, quien si oye y si
siente, olvidado en un balcón; una mujer estragada por el machismo que recurre
al cosuicidio; la angustia de pequeñas cotidianidades que forman una
conspiración para destruir el matrimonio; un viejoverdismo que no cuaja; el
barrio pobre que vive y mata; la música de Michel Camilo en la contraparte trágica
de la amena infidelidad; el mismo que no era él; y las complejidades que pueden
sobrevenir por la curiosidad de llamar a un número de teléfono. Las vidas que pasan en una vida, tan
diferentes y tan iguales. La
trascendencia de lo banal y la banalidad de la trascendencia. Y hacer el cuento dentro de una metodología
que no fuerza, con espontaneidad, fluidez y personalidad características.”
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