sábado, 9 de mayo de 2015

‘La pared de las palabras’

Según nuestra experiencia (de oídos, de testimonios de gente que creemos), en Cuba, la Cuba “revolucionaria” de tantos y tantos años, las manifestaciones artísticas son permitidas... hasta cierto punto. En la radio no todos pueden hablar, y los que hablan no pueden salirse del guión. En el teatro sucede lo mismo y la TV es estatal, con lo cual se da por entendido que no todos los que desean aparecer en pantalla pueden hacerlo. En literatura, ya conocen la historia.
Pero el cine es un mundo aparte. Desde los mismísimos años 60, Tomás Gutiérrez Alea se mofó con cariño de la burocracia ya anquilosada con “La muerte de un burócrata” (1966), aunque luego, ya sin sonrisas, “Memorias del subdesarrollo” (1968) fustigó con altura y, para terminar, en 1995 choteó el sistema con la simpática “Guantanamera”.

Pero lo de ahora, para buenos entendedores, es un cuchillo de doble filo: la madre abnegada del discapacitado mental, ella que apenas se fija en su otro hijo porque solo tiene ojos para el primero, lo interna en un establecimiento del estado, y allí le vemos junto a una joven orate que clama de continuo que es “revolucionaria”. La madre medita sobre el hijo, pero mientras lo hace la cámara toma detalles de edificios de La Habana desmoronándose, la loca sigue gritando lo mismo, la madre, casi al final, vuelve sobre sus pensamientos y su hijo para decir: “He pasado años esperando una señal para ver si cambia”.

http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/5/8/366431/La-pared-de-las-palabras

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