Se hace evidente que ese señor, Andrew Niccol, (Gattaca) es un director con ideas propias y, además, que esas sus ideas no son puras tonterías de las que nos tienen acostumbrados los chicos de Hollywood.
“Good kill”, el título original, expresa con fuerza la idea que permea esta historia; en español, “Máxima precisión” no es más que un suave subterfugio, pero “Good kill” nos habla de lo que el Mayor Thomas Egan, su superior, el Teniente Coronel Jack Johns y los demás de su grupo, amén de muchos otros grupos repartidos por todas partes en USA y quién sabe en cuántos países más, están haciendo día por día, hora tras hora, sin cesar un momento: matando. Porque, tal y como rumia Thomas, ya él no es el piloto de un avión de caza que combate en las alturas y está de continuo en riesgo de perder la vida al enfrentar al enemigo, sino algo así como un jugador de Nintendo que maneja un control encerrado en un galón con aire acondicionado.
Pero, además, y muy principalmente, día tras día, hora tras hora, recibe órdenes inflexibles sobre lo que tiene que hacer con esos controles. Ya no es como esa guerra para la cual le entrenaron y para la cual sirvió durante docenas y docenas de misiones en su avión, guerra en la cual, suspendido en el espacio, él decidía lo que había que hacer en cada instante. Ahora está sentado frente a sus controles operando un “dron”, una cámara a tres mil metros de altura le ofrece un panorama preciso de lo que hay abajo, en Afganistán, en Yemen, en Irak, donde sea, y esa voz implacable le ordena, sin que pueda protestar, lo que tiene que hacer.
http://www.listindiario.com/entretenimiento/2015/11/28/398100/maxima-precision
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