Desde que hace ya muchos, muchos años surgió “Star Wars”, comprendimos que
George Lucas era (e iba a seguir siendo por años), el mejor vendedor de toda la
historia del cine y otros: si hubiera descubierto lo sabrosas que son las
empanaditas de cativìa, de seguro las estaría vendiendo desde Africa del Sur hasta
Londres, Pekin y Río de Janeiro.
Crear un modelo como fue la mencionada, seguir con “El imperio contrataca”
y pasarse luego años y años armando y desarmando el mismo asunto es como para
admitir que el tipo es un genio.
Y si no, piensen en “Rogue One”, algo que llaman “spine off” porque no es
continuación de la saga y anterior a la misma historia sino porque “se
relaciona” con algunos personajes. ¿Y qué nos cuenta? Pues que los humanos
somos pocos, somos débiles, tenemos pocas armas poderosas y los malos, de otros
lugares no precisados, son eso, muy malos, son muchos, andan por todas partes y
tienen armas destructivas terribles. Y entonces
cuando se inicia la historia ya están enfrentados, como siempre, luchan
como siempre y, al final, luego de aparecer los héroes de turno que ahora es una chica, un mexicano, negros y
asiáticos con arcos y flechas, surge la gran batalla final y…¿quiénes ganarán?
La respuesta la saben todos antes de ver el filme, pero de todos modos van a ir
a verlo, van a chillar como posesos y saldrán más que contentos recomendándola a
todos los demás.
Yo no chillé, yo no me entusiasmé.
Y me aburrí.
Sorry.
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